Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, los hipermercados y supermercados venden casi el 60% de la carne de pollo que se comercializa, mientras que las tiendas tradicionales apenas alcanzan el 31%.

    Para UPA, este “nuevo ataque” de la gran distribución al sector primario español, es “todavía más incomprensible” cuando en estos años la producción de carne de pollo se ha mantenido constante, y el consumo de la misma ha estado caracterizada por ligeros aumentos. Según el panel de consumo de Ministerio, el consumo de pollo en 2012 en hogares ha ascendido un 1,8% con respecto a 2011, siendo la carne fresca que más ha aumentado por detrás del pavo.

    Con esta estrategia, “la distribución está poniendo en peligro a unos de los pocos sectores productivos que estaba consiguiendo mantener la actividad y el empleo en nuestro país, ya que ante la grave crisis económica el consumidor ha apostado por esta fuente de proteína animal”, han criticado desde UPA.

    Para evitar este tipo de prácticas, UPA está llevando un intenso programa de trabajo con los representantes de los distintos partidos políticos, para avanzar en la mejora de la Ley de la cadena alimentaria, que en estos momentos se encuentra comenzando su trámite parlamentario.

    En este sentido, UPA propone que los grupos parlamentarios enmienden el Proyecto de Ley en aspectos tales como la venta a pérdidas, el incumplimiento de los plazos de pago, la existencia de un régimen sancionador y de un sistema de arbitraje en caso de conflicto, y que los precios cubran los costes de producción.

La Interprofesional les respalda

    Por su parte, el presidente de la organización interprofesional de la carne de Pollo (Propollo), Federico Félix, ha constatado que "en estos momentos en varios centros de distribución se venden por debajo de los precios de coste", del mismo modo que ha venido ocurriendo con otros productos como la leche o los huevos.

     Félix ha señalado, en declaraciones a Efeagro, que los precios del pollo en España "probablemente sean los más baratos de Europea" ahora, a pesar de que los costes de producción, tras los fuertes incrementos del precio de los cereales y piensos, han subido igual para los operadores españoles que para los franceses u holandeses. "Llevamos un tiempo con precios absolutamente insoportables".

     El sector está conformado en España por más de 6.000 granjas y otras tantas familias que viven de la actividad, a lo que suman mataderos, industrias, transporte y otras actividades auxiliares que contribuyen al mantenimiento de la población rural, según Propollo.

     En España se producen 20 millones de kilos de pollo cada semana, lo que se traduce entre 45 y 50 millones de euros de facturación, aunque los operadores, granjas e integradores no atraviesan por un buen momento por la presión sobre los precios.

     Según el presidente de Propollo, frente a los crecimientos ininterrumpidos de este sector habituales en España, en los últimos cinco años no sólo no se expande sino que también decrece porque los avicultores y sus integradores sufren pérdidas económicas.

     "Estamos en un momento muy preocupante", ha reconocido Félix, quien recuerda que a esta situación se une la falta de liquidez porque las entidades bancarias, "muy exigentes, cortan los créditos" a aquellos sectores que no son capaces de generar recursos.

     De hecho, apunta que en el último año han desaparecido algunos mataderos de aves, al menos tres o cuatro centros importantes, y también lo han hecho diversas granjas, aunque también reconoce que parte del problema radica en el propio sector, "por su debilidad".

H   a pedido que la futura ley de mejora de la cadena de alimentaria -actualmente en trámite parlamentario- "acabe con estas prácticas" de ventas a bajo coste en los centros comerciales. En su opinión, la ley debe equilibrar las relaciones y el poder de negociación en la cadena de valor y atajar el problema.

     Ha afirmado que las empresas españoles han resistido en el mercado gracias a la profesionalización y modernización de sus instalaciones, que les hace más fuertes y competitivas, pero "todo tiene un punto. No se puede vender pollo por debajo de costes, como producto reclamo, porque no hay nadie que lo soporte".

     El sector no sólo se enfrenta a la presión de la gran distribución sino también a la competencia de las importaciones de pollo congelado de Brasil y Tailandia que no cumplen los mismos requisitos sanitarios y en trazabilidad -argumenta- y que no llegan a los lineales del súper, pero sí a hoteles y restaurantes.

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