José Carlos Espeso / Coordinador de Movilidad Sostenible en Calidad Pascual
Si la movilidad tuviese un mes del año, sería septiembre; un mes en el que, año tras año desde 1999, se celebra ‘La Semana Europea de la Movilidad’. Esta semana, que cuenta con el apoyo de la Comisión Europea, persigue sensibilizar a nuestros políticos, empresarios y ciudadanos de los beneficios económicos, sociales y medioambientales que una movilidad sostenible, segura e inteligente aporta a nuestra sociedad, con iniciativas tan prácticas y saludables como hacer un uso responsable del vehículo, viajar en transporte público o utilizar otros medios de desplazamiento más sostenibles, como la bicicleta.
La movilidad sostenible es la respuesta al mayor problema que tiene la sociedad con el actual modelo de desplazamientos de los ciudadanos y empresas: la dependencia del vehículo privado, unido intrínsecamente a las emisiones contaminantes y nocivas que originan en el medioambiente. La contaminación atmosférica es, según la Organización Mundial de la Salud, uno de los principales males a los que se enfrenta la humanidad, siendo el factor transportes el mayor causante por el uso de energías fósiles como el petróleo.
El aumento de la población en las grandes urbes, donde más del 50% de la población vive en ellas, la morfología de las ciudades y el cambio de hábitos de consumo, cada vez con mayor protagonismo del mercado e-commerce en el consumidor, debería ser motivo más que suficiente como para poner en cuestión el actual modelo de desplazamientos.
Todos deberíamos ser responsables de cómo nos movemos y cómo nos desplazamos: particulares, empresas, instituciones y administraciones debemos ser consecuentes con el impacto medioambiental que producimos en el entorno.
La movilidad sostenible es un tema clave y estratégico de muchas empresas españolas y forma parte de su responsabilidad social corporativa. Afortunadamente en España, cada vez son más las empresas que disponen de un Plan de Movilidad Sostenible, planes con estrategias claras y definidas que persiguen el minimizar el impacto de su actividad en el medio ambiente, a través de la reducción de las emisiones derivadas de la movilidad.
Iniciativas como la renovación de sus flotas de vehículos diésel, el uso de energías alternativas y nuevas tecnologías TIC asociadas a la movilidad, planes de transporte al trabajo a favor de sus empleados, promoviendo el uso del transporte público; el vehículo compartido, carsharing de flota, la implantación de horarios flexibles, planes de seguridad vial o la definición de nuevos modelos de distribución urbana de mercancías son algunas de las medidas que se están implantando.
Hoy, en España las empresas y particulares podemos acceder al mercado de vehículos propulsados por energías menos contaminantes o alternativas al petróleo como eléctricos, eléctricos enchufables, gas licuado, gas natural licuado, gas natural comprimido, tecnología híbrida o diferentes modos de transporte alternativos al uso del vehículo privado. Un mix energético que, a buen seguro, garantizaría la movilidad de cualquier empresa con la reducción del impacto ambiental que ello conllevaría. Hoy podemos decir que es más la oferta que tenemos que las infraestructuras de las que disponemos en España, sobre todo en movilidad eléctrica y en energías alternativas como el gas natural.
Para que una movilidad sea sostenible también tiene que ser rentable en términos económicos, sobre todo a la hora de adquirir vehículos particulares o industriales eléctricos o propulsados por energías alternativas. Un gran avance sería dotar de ayudas en períodos prolongados. En la actualidad, los planes de ayudas como el Plan MOVEA se agotan en semanas y no dan respuesta a la demanda. Evaluar la situación actual, establecer un plan de renovación de flota de vehículos a nivel nacional, coherente con la situación actual pero a su vez ambicioso, que permita una rápida gestión y solicitud de ayudas por parte del solicitante podría facilitar y motivar la renovación del parque automovilístico en España y la apuesta por las energías alternativas.
No podemos obviar que más del 55% de los turismos, todoterrenos y vehículos industriales que circulan por nuestras carreteras superan los de 10 años. Vehículos en su gran mayoría «diésel» con normativa medioambiental EURO 3 y que, según la caracterización medioambiental de la DGT, serían de «clase B». Esta clasificación impulsada por la Dirección General de Tráfico tiene como objetivo facilitar la discriminación positiva de los vehículos más respetuosos con el medio ambiente respecto a los más contaminantes, y servir como una herramienta eficaz a las administraciones locales a la hora de restringir el acceso de vehículos a las ciudades en episodios de alta contaminación.
Limitaciones horarias, áreas restringidas, calles peatonales, áreas de prioridad residencial, limitación de tiempos para la carga y descarga, son ejemplos que en la actualidad los principales ayuntamientos practican para disuadir el tráfico rodado en los centros de sus ciudades o minimizar el impacto contaminante de los vehículos propulsados por energías fósiles en episodios de alta contaminación. Un buen canalizador para impulsar la renovación de las flotas en España son las ayudas que a ciudadanos y empresas puedan dar estos ayuntamientos, y no hablamos de ayudas económicas, sino de ayudas para la movilidad y accesibilidad a los centros de las ciudades con estos medios propulsados por energías alternativas.
Actualmente no existe en España una Ley de Movilidad Sostenible, pero un gran avance sería que las instituciones consiguiesen alcanzar criterios comunes en lo que a normativas y ordenanzas de movilidad se refiere. No debemos olvidar los puestos de trabajo que la movilidad sostenible está generando en España; los llamados puestos verdes, a través de creación de nuevas empresas, sobre todo a nivel logístico última milla y fabricantes de motos y bicicletas eléctricas.
Pero sin duda, lo importante es la concienciación de todos los actores implicados en la movilidad sostenible: ciudadanos, empresas e instituciones. Concluyendo como empecé, permitidme albergar cierta esperanza el hecho de pensar que España es el país europeo que más iniciativas presenta en la Semana Europea de la Movilidad, con la participación de 451 ciudades y municipios españoles. Al menos, sabemos lo que tenemos que hacer, que eso a día de hoy es importante.