Los agentes inspeccionaron un solar en el barrio de Las Moreras, donde encontraron numerosos perros que presentaban cicatrices en el cuello, lo que les llevó a suponer que les habían cambiado el microchip de identificación e implantados otros a nivel subcutáneo. Así, retiraron 16 perros de la raza galgo español que se comprobó que fueron robados en La Garrovilla y Valdivia, y detuvieron a cuatro personas.
También registró el Seprona un lugar en Villalba de los Barros, en el que intervinieron otros 18 galgos españoles que presentaban irregularidades tales como la implantación de dos microchips en un mismo perro "en el cuello que tenían, incluso, puntos de sutura recientes. Además, comprobaron que la documentación de los animales presentaba numerosas carencias y anomalías".
Además, hallaron numerosos objetos relacionados con la manipulación de animales como microchips, instrumentos para su implantación, viales de vacunación y 36 pasaportes "de animales de compañía, algunos de perros ya muertos". Los agentes detuvieron a una persona por la sustracción de los animales e intrusismo profesional, por haber implantado microchips y vacunarles sin estar facultado para ello.
El Seprona también detuvo a un veterinario de la zona que tenía asignados los microchips que se habían implantado indebidamente, como coautor, explicó López Iglesias. Para documentar a los galgos usaban la identidad de animales de similares características ya fallecidos a los que les fueron extraídos sus identificadores. Los perros eran usados para caza o como moneda de pago, venta o trueque.