Una investigación del centro Ifapa de Granada, junto a la Universidad de Jaén y la cooperativa San Roque de Arjonilla (Jaén), ha concluido que la cooperación entre agricultores es eficaz para reducir los costes de producción y aumentar la rentabilidad de las pequeñas explotaciones de olivar. Además, este método de gestión genera puestos de trabajos remunerados, lo que supondría la profesionalización del sector y fija la población de núcleos rurales, ha informado este viernes la Fundación Descubre en un comunicado.
La cooperación entre agricultores tiene como objetivo poner recursos en común, como el transporte de aceitunas a almazaras, el abastecimiento de maquinaria y suministros necesarios para la producción o la comercialización de aceite bajo una misma marca.
El estudio concluye que esta forma de gestión contribuye a preservar las pequeñas fincas de olivar y el futuro de las poblaciones que dependen de su cultivo, afectadas por el abandono rural.
En ese sentido, el estudio indica que el 39 % de los propietarios superan los 65 años y apenas existe relevo generacional, lo que no ayuda a fijar la población a los núcleos rurales.
«En un escenario de bajos precios y poca rentabilidad, los agricultores venden su propiedad a latifundistas que concentran la tierra. Esto tiene consecuencias sociales porque suprime la renta de muchas personas que dependen del olivar, provocando el abandono rural», ha indicado el investigador del Ifapa Centro Camino de Purchil en Granada, Sergio Colombo.
Los investigadores han hecho una radiografía completa del olivar y han reivindicado su importancia en la economía rural para la fijación de población en los pequeños núcleos rurales de la provincia de Jaén.
Destacan la novedad del estudio que, por primera vez, analiza los efectos de la cooperación entre agricultores sobre el empleo rural.
Para desarrollar su análisis, utilizaron un conjunto de filtros como los datos del Censo Agrario Español, que recoge información sobre las características estructurales de las explotaciones agrarias y que hacen todos los estados miembros de la Unión Europea cada 10 años.
En el proceso de investigación relacionaron los jornales declarados por los agricultores en función del tamaño de la explotación.
De esta manera, para cada finca obtuvieron los puestos de trabajo necesarios para su manejo y, por último, establecieron escenarios hipotéticos de cooperación óptima, media y baja para estudiar la variación de empleo por cada caso.
El estudio señala que la cooperación entre agricultores aumenta la eficiencia económica pero reduce las horas de trabajo y los puestos de trabajo necesarios para gestionar las propiedades de olivar tradicional.
En cambio, destacan que se generan puestos de trabajos remunerados y la consecuente profesionalización del sector y la población a los núcleos rurales.
Los expertos añaden que la sustitución del trabajo familiar por el asalariado supone la mejora de la competitividad del sector del aceite en los mercados internacionales.
Por otra parte, subrayan la creación de empleos indirectos en el sector de los servicios agrícolas que implican la venta y mantenimiento de maquinaria y equipo necesarios para la gestión del olivar.
(Foto: Archivo)
¿Quién ha pagado el estudio? Las Cooperativas.