Editorial de ‘La Tierra de la Agricultura y Ganadería’
Estamos empezando un año decisivo. En muchos sentidos. Las mujeres y los hombres que vivimos y trabajamos en el campo tenemos por delante un periodo crítico que nos marcará el futuro inmediato. Y por ello debemos estar especialmente atentos a los movimientos en nuestro entorno y en el conjunto de la sociedad, porque van a influir de manera importante en los resultados de nuestras explotaciones.
En primer lugar, nos enfrentamos al primer año de aplicación de la nueva Política Agraria Común, que trae cambios relevantes en la teoría y en la práctica; en la burocracia, tan tediosa y compleja siempre; y en la incertidumbre que genera tomar las decisiones adecuadas y en el momento oportuno, especialmente en los cultivos herbáceos.
En UPA lo tenemos claro y lo venimos reiterando desde hace meses. Después de años de reivindicaciones que en gran parte hemos conseguido y de negociaciones a todos los niveles, ha llegado el momento de hacer nuestra la nueva PAC y, sabiendo que no es perfecta, aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece a la agricultura familiar, que son muchas.
Es un cambio histórico de modelo, y no solo por lo que afecta a cómo se reparten las ayudas, sino sobre todo porque nos lleva a nuevos compromisos ineludibles en materia de sostenibilidad, gestión de suelos y aguas, empleo de fertilizantes y fitosanitarios, modelos de explotación ganadera y bienestar animal, apoyo a prácticas agroecológicas, etc.
Son, en muchos casos, grandes retos. Pero que también conllevan oportunidades. Y para todo ello estamos preparados los pequeños y medianos agricultores y ganaderos españoles. Con un problema muy grave, que no debemos olvidar: la curva media de edad de los titulares de las explotaciones, que nos exige a todos aprovechar este momento decisivo para impulsar de una vez por todas el rejuvenecimiento de la población activa agraria. Es un deber y una responsabilidad que tenemos con nuestros hijos y con toda la sociedad.
Como también es una responsabilidad en sentido inverso, desde la sociedad hacia nosotros, tomarse de verdad en serio, con todas las consecuencias, luchar contra la tendencia imparable hacia el abandono y la despoblación de amplias zonas rurales en España.
Y este es otro de los grandes retos en este año decisivo que es 2023. Pasar de las palabras a los hechos en las medidas, los recursos y los compromisos de todas las administraciones públicas hacia este grave problema que nos afecta a todos, vivamos en los pueblos o en las ciudades.
Vamos a votar primero, en mayo, para renovar ayuntamientos y comunidades autónomas. Y, a finales, de año, en las elecciones generales. No pueden ser más decisivos estos procesos electorales para marcar nuestro futuro. Por ello, es momento de influir y presionar con nuestras reivindicaciones y ser consecuentes, en cada caso, cuando llegue el momento de votar.