José Mª Alcubierre Puértolas / Secretario General de UAGA
Las palabras, los gestos y las acciones son interpretables por el ser humano. Donde uno ve el color rojo otros lo ven verde. Por eso, después de la gran manifestación del 19 de octubre en Calatayud, me siento atónito cuando leo y escucho las últimas declaraciones de nuestros compañeros de UGT y CCOO Aragón. Donde UAGA y todo el sector primario aragonés pedía una cuerda para salir del pozo en el que se está ahogando, ellos han visto subvenciones y ayudas para un sector boyante. Mientras nosotros les pedimos compresión con un sector que se está desangrando, ellos ven abusos de la patronal. Sinceramente, desde UAGA queremos pensar que no es mala fe, ya que somos conscientes del bien y el progreso que han generado históricamente y generan los sindicatos de clase. Pero consideramos que tienen un grandísimo desconocimiento del sector primario en Aragón.
Es durísimo para UAGA, como sindicato agrario, tener los informes de nuestras oficinas con las decenas de fruticultoras y fruticultores que abandonan el sector. Un sector que ha sido fundamental para la vertebración de Aragón, porque tradicionalmente eran explotaciones familiares. Actualmente, esos pequeños fruticultores y fruticultoras, los que nutren nuestros pueblos, se desangran poco a poco, en silencio y con la incomprensión, dejadez y abuso intolerable para nuestro medio rural aragonés.
No somos la gran patronal, somos los que vamos de la mano con los trabajadores, trabajamos codo con codo con ellos y en los últimos años nos endeudamos para pagar los jornales porque no nos llega con la venta de nuestros productos. ¿Qué empresa seguiría abierta vendiendo su producción a pérdidas durante más de cuatro años?
La manifestación en Calatayud es un SOS a la sociedad, no podemos abandonar así a las explotaciones familiares, por eso desde las instituciones políticas tienen que hacer más que lo que se está haciendo, en legislación y presupuesto. Y los actores sindicales han de conocer mejor el sector y por su puesto han de empatizar con su realidad.
Si realmente no deseamos ese Aragón vaciado hemos de empezar a trabajar, y la agricultura familiar es el primer paso.