Un hotel, un balneario, un teatro, un mirador, un parque de escalada, un almacén de arte, un ‘macrolienzo’ rural para artistas urbanos y hasta un aparcamiento, en todo esto se han convertido o se van a transformar decenas de silos y almacenes de cereal.

La lista de proyectos encaminados a cambiar el uso de los históricos silos de cereal aumenta año a año en España, donde la mayor parte de estas ‘catedrales del campo’ pertenecen a cooperativas agrarias y al Estado, que trata de venderlas periódicamente a través de subastas.

Son verdaderas moles, con limitaciones para el cambio de uso por su original utilización como almacén de grano y sus rígidos muros de contención, en su día diseñados casi ‘a prueba de bombas’, lo que dificulta y encarece las reformas de este tipo de proyectos, según ha explicado a Efeagro el arquitecto Carlos Mateo, dedicado durante años a la catalogación y análisis de la Red Nacional de Silos y Graneros –www.silosygraneros.es– y a desarrollar proyectos de cambios de uso.

En esta aventura arquitectónica de cambiar el uso a uno de estos colosos una de las primeras experiencias en España fue la del teatro de Pozoblanco (Córdoba), inaugurado en 2006 y consolidado como espacio cultural vanguardista, pero desde entonces otros ejemplos marcan un camino que, vinculado al desuso de las líneas ferroviarias tradicionales, tienen al turismo como principal ingrediente.

El castillo de Arévalo (Ávila) -S.XV-, reconvertido en silo entre 1952 y 1977, alberga actualmente el Museo de los Cereales y es un centro de interpretación sobre la importancia de los almacenes de grano en el siglo XX, pero no es el único ejemplo de cambio de uso vinculado al turismo.

El mirador de Fuentes de Andalucía (Sevilla), la antigua fábrica de harina que ahora es el hotel Tximista, en Estella (Navarra), y el eco-hotel mirador El Silo, en Bello (Teruel), también son ya realidades en esta nueva dinámica, generadora de oportunidades laborales para personas con discapacidad a través del proyecto de arte urbano Titanes, desarrollado en la provincia de Ciudad Real.

En esta última iniciativa se han involucrado reconocidos artistas urbanos españoles e internacionales, que han llenado de color los enormes muros de los silos de Calzada de Calatrava, Corral de Calatrava, Herencia, La Solana, Malagón, Manzanares (I y II), Porzuna, Villanueva de los Infantes y Campo de Criptana.

La organización naturalista Grefa, en una acción respaldada por el Ministerio de Medio Ambiente, aportó también a partir de 2010 otra idea de adaptación de silos para crear un corredor ecológico para el ‘cernícalo primilla’ con la colocación de hasta mil nidos en Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura.

DE APARCAMIENTO A ALOJAMIENTO

El último comprador en España en una de las adjudicaciones directas promovidas por el Fondo Español de Garantía Agraria (Fega) -propietario de la mayor parte de los inmuebles- ha sido Jesús Javier Hinojosa, titular de un taller mecánico en Belchite (Zaragoza), que ve una oportunidad en hacerse con el silo de su pueblo, según ha explicado a EFE.

La primera forma de amortizar su inversión -unos 102.000 euros- será adaptar como aparcamiento de su taller buena parte de los 5.400 metros cuadrados de la parcela del silo, aunque el potencial va más allá y sus hijos proyectan ya para el edificio principal un espacio de alojamiento vinculado al aprovechamiento de una vía ferrata de escalada, con una zona de recreo.

En un sentido parecido, pero con más implicaciones, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana ha firmado con la Junta de Castilla-La Mancha, la Diputación de Cuenca y el Ayuntamiento de Cuenca un protocolo para desarrollar el proyecto XCuenca: una serie de actuaciones en materia de transporte que tiene derivadas turísticas y de recuperación de inmuebles industriales, como los silos y estaciones ferroviarias.

En concreto, la idea es adecuar la antigua línea ferroviaria entre Tarancón y Utiel a un uso social distinto, la integración urbana de los suelos ferroviarios situados a los lados o márgenes de las vías y la adaptación del tramo ferroviario como “vía verde” para su posterior uso por peatones y ciclistas, entre otros usos, según figura en la documentación aportada por el Ministerio.

Sobre este proyecto, el arquitecto Carlos Mateo ha destacado el potencial que tienen estas ideas para asentar población en la España rural, ya que se trata de iniciativas que han funcionado en entornos urbanos muy poblados de Europa y también en España -el caso del espacio cultural Matadero de Madrid-, y pueden constituirse como complemento y sinergia para el desarrollo económico de estas zonas.

UN POCO DE HISTORIA

La historia de estas construcciones en España está ligada a la postguerra y la dictadura de Franco, ya que las primeras levantadas datan de 1944 en una primera etapa que se extiende hasta 1953 y en el que se edificaron unos 35 silos, unidos por un estilo «muy decorativo» y ubicados en comarcas agrícolas, en un momento en el que comenzaba a fraguarse un planteamiento autárquico y de autoabastecimiento, ha explicado el arquitecto Carlos Mateo.

Entre 1953 y 1960 la construcción se disparó con 354 nuevas construcciones, ya en una fase más seriada, más baratos y homogéneos, lo que tuvo continuidad en la década de los 60, con otros 435 silos, mientras que finalmente, entre 1970 y 1984, únicamente se levantaron 127 -de gran capacidad-, hasta el total de 951 catalogados en España.

En ese 1984 fue aprobada la ley que lo cambió todo en el mundo de los silos: «Las actuales circunstancias económicas e internacionales exigen la introducción de profundas modificaciones en el marco legal tradicional de la producción y comercio del trigo y sus derivados, dictado (en 1937, en plena guerra) bajo presupuestos políticos, institucionales y económicos radicalmente distintos a los que informan actualmente la vida nacional».

«Dichas modificaciones han de afectar necesariamente a la producción y comercio interior del trigo, con vistas a facilitar su adaptación al marco legal dominante en la Europa comunitaria», continuaba el texto normativo, que sin embargo aludía a «razones de prudencia» para mantener vivo el comercio exterior a través del entonces Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA).

Este camino culminó en 1986, con la definitiva entrada de España en la Comunidad Económica Europea, aunque el último silo terminó de construirse en 1990 en el municipio cordobés de Valchilón.

(Texto: Óscar R. Ventana / Efeagro)

×