EFE.- El presidente de la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, el exministro de Obras Públicas Jorge Bendeck, afirmó en declaraciones a Efe como anfitrión de la cita que el objetivo es intercambiar con académicos y expertos las experiencias de países productores como Brasil, Argentina, Estados Unidos, Colombia y la Unión Europea.

En la primera jornada de este encuentro se habló de tecnología e innovación, impacto medioambiental a partir de la reducción de emisión de gases con efecto contaminante y de efecto invernadero que representa el uso de biocombustibles y aspectos éticos de la industria.

Bendeck aclaró cuál es el papel del etanol y el biodiésel, principales biocombustibles en el mundo de la energía.

«Nosotros creemos que el mundo no va a resolver sus problemas de energía con el uso de biocombustibles, pero sí somos el tránsito hacia un combustible como el hidrógeno, que es el futuro. Una vez haya un control de las condiciones, ese va a ser el combustible final y lo vamos a tener en veinte años», predijo Bendeck.

Lo principal, según dijo el presidente de la Conferencia Mundial de Cambio Climático, el ecuatoriano Gustavo Manrique, es promover una cultura de las prácticas «verdes» para activar la investigación e identificar así más materias primas en la naturaleza que se puedan transformar en energía.

Con un promedio de una década de trayectoria en cada país productor, la industria de los biocombustibles es «un club muy exclusivo» en el mundo, en el que Estados Unidos, Brasil y Argentina, que generan sus propias materias primas (maíz y soja) lideran prácticamente el sector de los biodiésel.

Esa es la fotografía del sector según el director de Planeación, Desarrollo e Innovación de Fedebiocombustibles de Colombia, Carlos Mateus, quien agregó en declaraciones a Efe que la Unión Europea está más volcada en los biocombustibles de segunda generación como algas y celulosa.

En un tercer estadio se encontrarían países como Indonesia, Filipinas, Malasia, Australia y Colombia, que son productores de sus propias materias primas, tienen potencial y ya han desarrollado una industria, pero no acumulan más del 2 % de la producción de biocombustibles.

Entre los recurrentes cuestionamientos de esta industria, la conferencia aprovechó para hablar de la competencia por el suelo entre los cultivos de alimentos y los de materias primas para bicombustibles, lo que enfrenta a la seguridad alimentaria y al sector energético.

El presidente de la Cámara de Energías Renovables de Argentina, Alfredo Langesfeld, negó que la siembra de materias primas para biocombustibles impida la producción de comida en un momento de crisis alimentaria al argumentar que cultivos como la soja tienen ambas aplicaciones.

Pero Rafael Zavala, representante para Colombia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), afirmó en declaraciones a Efe que «no se puede generalizar en esta discusión».

En este sentido, explicó que hay casos reprochables como el de Indonesia, que tumbó bosques para plantar palma de aceite, mientras que en Colombia se puede sustituir la ganadería extensiva por proyectos productivos de biocombustibles que además tengan un impacto social y generen desarrollo.

Otro punto clave de la industria fue la ética en los negocios, que abordó el tesorero de la organización no gubernamental Transparencia Internacional, Walter Forresu, al observar que la corrupción va más allá de los contratos amañados entre sectores públicos y privados.

«No todos los actos de corrupción están perseguidos por la ley, pues hay reuniones silenciadas y conspiración del silencio», afirmó Forresu.

En este encuentro estaba prevista la participación de los ministros colombianos de Minas y Energía, Amylkar Acosta, y de Agricultura y Desarrollo Rural, Rubén Darío Lizarralde, así como del presidente, Juan Manuel Santos, quienes cancelaron su presencia a última hora.

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