Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierten del riesgo para la nutrición que supone este ahorro en la cesta de la compra si no se hace de forma inteligente y racional, por lo que aconsejan planificar de antemano las comidas y cenas de la semana y elaborar la lista de la compra en base a ese menú.

    "La lista de toda la vida no sólo es una manera de ahorrar dinero al evitar comprar de más o por impulso, sino también de tiempo", subraya a Efeagro la portavoz de la OCU, Ileana Izverniceanu.

    Para diseñar estos menús, el médico de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) Juan Ramón Sanz -acostumbrado a dar de comer a familias en situación de necesidad,- aconseja seguir unas pautas de nutrición básicas como cinco raciones diarias de frutas y verduras, comer pescado cuatro veces por semana y no olvidar las legumbres, que "están en la base de la Dieta Mediterránea".

    "La gente ha dejado de comer patatas y legumbres, y no lo entiendo porque son muy nutritivas, ricas en proteína vegetal, además de baratas", afirma Sanz.

    Por ejemplo, una familia de cuatro miembros puede comer legumbre tres veces por semana con un kilo de lentejas cuyo precio no llega al euro.

    Consciente de que en momentos de apuro económico el pescado es uno de los alimentos que más encarecen el ticket de la compra, propone recurrir a variedades más económicas como sardina, bacaladilla, gallo, caballa o jurel, "ricas en ácidos Omega 3 y Omega 6".

    "Si el presupuesto es muy limitado, el pescado congelado o en conserva es una alternativa perfectamente válida desde el punto de vista nutricional y más baratas para dos de las cuatro raciones recomendadas por semana", apunta el médico.

    En cuanto a las raciones de carne, pollo, pavo y conejo son opciones asequibles, ricas en nutrientes y con bajo contenido en grasas, aunque la ternera tampoco está prohibida para presupuestos ajustados, siempre y cuando se renuncie a piezas como solomillo o filetes.

    Desde la OCU, su portavoz asegura que partes menos nobles como la falda o el morcillo, si se les quita la grasa, son igualmente aceptables en cuanto a su contenido nutritivo.

    Aunque parezca obvio, en la frutería hay que decantarse por el producto de temporada, que no sólo es más barato, sino también más saludable, ya que conserva mejor sus propiedades al acortar el tiempo entre la recolecta y su consumo.

    Una vez en el "super", lista de la compra en mano, la OCU sugiere orientarse hacia la marca blanca, con una relación calidad-precio "muy interesante" y sometida a los mismos controles sanitarios que las demás; llevar una calculadora para revisar el gasto cuando el carro esté ya medio lleno y fijarse en el precio por kilo o litro, no el del envase.

    "Hemos detectado que lo que hacen ahora muchos fabricantes es bajar los precios para envases más pequeños y, entonces, lo que parece un ahorro, en realidad está saliendo más caro", matiza Izverniceanu.

    La portavoz también recomienda no acudir a un supermercado sólo atraído por una oferta en concreto, ya que, en general, los establecimientos con este tipo de propuestas no tienen una política de precios realmente económica y, al final, el ticket es más elevado.

    "Utilizan la leche o el aceite como productos gancho con atractivas ofertas, pero el resto de productos son más caros, por lo que es preferible comprar únicamente el artículo en oferta", dice.

    En definitiva, se trata de volver a lo que hacían de nuestras madres y abuelas: una buena planificación de las comidas, comparar precios, recurrir al producto de temporada y recuperar el puchero, los guisos de toda la vida que ya alimentaron familias enteras en otros momentos poco boyantes de la historia de España.

×