Rusia atacó la pasada madrugada de este lunes 24 el puerto del Danubio del óblast de Odesa, en una nueva ofensiva contra instalaciones agrícolas ucranianas y contra esta región ribereña del Mar Negro cuyas infraestructuras portuarias marítimas son objetivo de los misiles rusos casi a diario desde hace una semana, lo que está frenando la exportación de grano a Europa y el resto del mundo.
Estos ataques, junto con el final del acuerdo de exportación, ya está provocando un aumento de los precios del cereal en todo el mundo, incluida España. De hecho, la lonja de Leon experimentó una subida de 10 euros en trigo y avena y de ocho en cebada y maíz el pasado viernes, en la primera sesión celebrada tras el anuncio de que se iban a celebrar tres sesiones por semana ante la volatilidad de los precios.
Respecto al último ataque a las instalaciones agrícolas ucranianas, «esta vez el objetivo ha sido la infraestructura portuaria del Danubio», explicó el representante de la Administración Militar de la región de Odesa, Oleg Kiper, en su cuenta de Telegram.
Según el balance ofrecido por Kiper «un hangar» para guardar grano y varios depósitos para almacenarlo sufrieron daños como consecuencia de este ataque, que provocó un incendió en las instalaciones y la más que previsible pérdida del cereal almacenado dentro.
Al principio de la guerra, Ucrania recurrió a sus puertos del Danubio como una de las alternativas para la exportación de productos agrícolas a los puertos del Mar Negro, entonces bloqueado por completo por Rusia.
El portavoz militar escribió que seis personas resultaron heridas en el ataque. Tres de los drones utilizados por Rusia en el ataque de anoche fueron derribados por las defensas aéreas ucranianas.
Desde que anunció su retirada del acuerdo firmado en julio de 2022 por el que se comprometía con Turquía y Naciones Unidas a permitir la salida de cereal ucraniano por el Mar Negro, Rusia ha bombardeado repetidamente instalaciones portuarias dedicadas a la exportación agrícola ucraniana.
Kiev denuncia que Moscú quiere estrangular aún más su economía y provocar una hambruna en África y Asia, y un encarecimiento de los alimentos en todo el mundo, que lleve a los socios occidentales de Ucrania a replantearse su apoyo militar a este país.