Partiendo de toda la experiencia de Reutivar, que avaló el potencial de las aguas regeneradas para el cultivo del olivar, el proyecto Reutivar 2.0. está analizando en este momento la viabilidad concreta del uso de estas aguas en relación con tres variables o impactos fundamentales: impacto de las aguas regeneradas sobre el suelo, sobre la calidad de los cultivos y sobre la variación espacio-temporal de la calidad de agua en la red de riego. Y sobre este tercer aspecto, ya hay resultados bastantes concluyentes que son además prometedores.
Como era de esperar, los análisis practicados quincenalmente evidenciaron que dentro de la red se dan fenómenos de nitrificación que alteran la composición de nutrientes en el agua que reciben los agricultores en sus parcelas y condicionan el plan de fertilización. Dicho de otra forma, el uso de aguas regeneradas supone aportaciones adicionales de nutrientes que no se producen con aguas convencionales y que además varían de forma considerable de unas parcelas a otras y a lo largo de la campaña, como ya pudo constatarse en la primera edición de Reutivar.
¿Una buena o mala noticia? Una buena noticia, porque, bien gestionadas, podrían contribuir a disminuir la inversión de los agricultores en nutrientes vegetales. Pero, para que efectivamente sea así, el agricultor necesita poder predecir esa variación en la composición de nutrientes a lo largo de toda la red de riego, y es precisamente en ese objetivo, en el que los resultados de Reutivar 2.0. han aportado la mejor noticia al regadío: el desarrollado un modelo predictivo, que ha sido bautizado NITRINET, y que se ha demostrado bastante fiable.
Así, esta herramienta se ha mostrado capaz de predecir la concentración de nitrógeno amoniacal y nitrógeno nítrico (las dos principales formas nitrogenadas que absorben las plantas), así como el pH en el agua de riego que reciben los regantes en sus parcelas. En concreto, las simulaciones realizadas con el modelo NITRINET han logrado predecir la concentración de nitrógeno amoniacal y nitrógeno nítrico con un error medio absoluto de 1.5 mg/L y 1.25 mg/L, respectivamente.
Reutivar 2.0. supone, ya solo por eso, un antes y un después en el conocimiento sobre el uso de las aguas regeneradas para riego. No solo ha analizado en profundidad cómo la situación de la parcela y la época de la campaña de riego influyen en la cantidad de nutrientes recibida por las aguas regeneradas sino que ha sido capaz de crear un modelo predictivo para preverla, conocer las necesidades de fertilizante de cada parcela en cada momento de la campaña y, de esta forma, aplicar un fertirriego de mayor precisión en cada una de ellas. Dado que no existen estudios previos en los que se haya analizado este efecto, esta investigación no sólo ha tenido un marcado carácter innovador, sino que tendrá una gran aplicabilidad al sector del riego, representando un claro impacto positivo sobre los usuarios potenciales.
Pero el impacto del uso de aguas regeneradas en la variación espacio-temporal de la calidad del agua de riego en la red de distribución de la comunidad de regantes, es, como se ha señalado, solo una de las tres variables que se están analizando en este proyecto. Junto a esta dimensión, Reutivar 2.0 está investigando también el impacto potencial del riego con aguas regeneradas sobre las propiedades del suelo y sobre la calidad de la cosecha, campos en los que aún es pronto para establecer resultados concluyentes.
En relación con lo primero, se ha realizado un análisis de suelo antes de la campaña de riego e inmediatamente después de que esta finalizase, con el objetivo de determinar si el riego afecta a las propiedades del suelo (pH, materia orgánica, conductividad…) y a su fertilidad. La intención es volver a repetir este análisis en la próxima campaña de riego al objeto de poder establecer una mayor evidencia científica. En relación con lo segundo, se va a analizar la relación existente entre la composición química del agua regenerada con el rendimiento obtenido en las parcelas piloto (por kg/ha y rendimiento graso del fruto). Aún no se tienen tampoco resultados terminantes al respecto.
Estas tres variables, en su conjunto, son las que establecerán la sostenibilidad de la aplicación de aguas regeneradas al cultivo del olivar andaluz, que en cualquier caso no será una cuestión de sí o no, sino de muchos matices sobre el cómo, para minimizar impactos negativos y hacer realmente viable este uso, por otra parte tan importante para un regadío necesitado de soluciones en un contexto de sequía y de previsiones negativas sobre el futuro por el impacto del cambio climático. Una de ellas es, sin duda, la diversificación del mix hídrico con recursos no convencionales, especialmente en las cuencas litorales.
En esta dirección, un informe elaborado por Feragua, con la colaboración de San Telmo Business School y el patrocinio de Magtel, recientemente presentado, advertía que el déficit hídrico crecerá en todas las cuencas andaluzas, salvo la del mediterráneo, si no se toman medidas añadidas a las contempladas en la actual planificación hidrológica.
Y es que en algo más de tres lustros, concretamente de aquí hasta 2039, la insuficiencia de recursos en las cuencas del Guadalquivir, Guadalete-Barbate y Tinto-Odiel-Piedras se agravará en un 65%, pasando el desajuste entre la oferta y la demanda de 225 a 381 hm3, como consecuencia de la incidencia del cambio climático y el incremento de la demanda ambiental. La única forma de hacer frente a esta situación es la de hacer mayores inversiones y avanzar en un mayor mix hídrico, con recursos de diferentes orígenes (superficiales, subterráneos y de la regeneración y desalación) suficientes y óptimamente integrados para atender las demandas.