Jose Manuel de las Heras / Coordinador Estatal de Unión de Uniones
Ya lo venía oyendo yo el run-rún desde hace tiempo. Pero este mes de septiembre lo he podido confirmar. El Gobierno se ha aferrado al mantra salvífico de “una PAC Fuerte” y se arropa de un coro que lo repite fervorosamente. Lo importante, dicen, es el presupuesto y lo demás es un molesto ruido de fondo… el problema es que “lo demás” es hablar de un mejor reparto de las ayudas directas, de quién es el agricultor “genuino” que cobrará las ayudas, de si hay que poner o no techos de ayuda por explotación, de si mantenemos o no los derechos históricos, o de cuáles sectores deben contar con ayudas acopladas. Pues nosotros, Unión de Uniones, vamos a hacer todo el ruido que podamos con estos temas, aunque alguno se desazone.
A finales de septiembre asistí al evento en Madrid en el que los eurodiputados socialistas españoles Clara Aguilera y Sergio Gutiérrez, junto con el también europarlamentario socialista italiano Paolo di Castro, (ponente de la Reforma en la Cámara Europea), explicaron al sector agrario cómo ven ellos la futura Directiva de Prácticas Comerciales Desleales y la Reforma de la PAC. Allí, en la sede de la Comisión Europea, estaba el sector en pleno: organizaciones agrarias, cooperativas, distribución, industria, Consejerías… Todos reunidos para que los ponentes, investidos de su autoridad parlamentaria, sus conocimientos y su experiencia, les dijeran a los convocados: “A ver… repetid con nosotros. Queremos una PAC fuerte.. otra vez… queremos una PAC fuerte”. Y algunos de los presentes, que representan (dicen) a los agricultores y ganaderos, o se lo sabían ya o se lo aprendieron enseguida.
Estos dicen que ahora hay que centrarse en defender el presupuesto, que es difícil que la PAC se apruebe en esta legislatura europea y que no es el momento de discutir ciertas cuestiones, como ejemplo, el cómo, el por qué, el a quién y el a qué, se va a destinar el dinero del que se disponga (sea el que sea).
En mi opinión hay dos tipos de grupos a los que no les corre prisa hablar de estas cosas. Los primeros, los que quieren que nada cambie porque así ya les va bien siendo el 5% de beneficiarios que se llevan el 50 % de las ayudas (y los que los defienden en eventos de este tipo). Y los segundos, el Gobierno y los políticos que lo sustentan, que, conscientes de que bailan un chotis en la cabeza de un alfiler, no quieren ni oír hablar de polémicas que les puedan obligar a posicionarse y se mueven en espacios comunes que no comprometen a nada.
No sé cuándo se aprobará la PAC, ni con cuántos recursos financieros contará España. Pero para mi organización, Unión de Uniones, como ya hemos insistido en otras ocasiones y en otros foros, nunca es pronto para hablar de cómo lo hacemos para que, de una vez, las ayudas vayan a parar a los agricultores profesionales que ponen su intención, su vocación y su trabajo en sacar adelante su explotación, que es el fundamental medio de vida de su familia.
De manera que, frente a quienes consideran prematuro hablar de todas estas cosas y aparcarlas hasta que tengamos “una PAC fuerte”, nosotros pensamos que ya vamos tarde… concretamente muchos años tarde, porque esta PAC, la que tenemos, no funciona y es ya hora de empezar a removerla, aunque molestemos con ello a algunos olfatos sensibles.
Unión de Uniones ha presentado a los parlamentarios españoles y europeos (al mismo Paolo de Castro en una reunión reciente), a la Comisión, al Ministerio y a la Consejería de Agricultura, un documento previo de posicionamiento de la PAC que va mucho más allá del mantra de “Queremos una PAC fuerte”; un documento que estamos ampliando en otro de enmiendas concretas a las propuestas de reglamento comunitario. ¿Una PAC fuerte?, ¿y quién no? Pero lo que nosotros queremos de verdad, y lo repetiremos las veces que sea necesarios, es otra PAC. Una PAC fuerte, sí, pero para los profesionales. Una PAC con pagos decrecientes en función del tamaño de la explotación, con topes máximos y con ayudas redistributivas y centradas en los agricultores y ganaderos que viven de esto, para que las ayudas públicas lleguen en mayor medida a la inmensa mayoría de las explotaciones agrarias. Asumimos que con ello cabreamos a unos pocos miles de grandes beneficiarios (menos de 10.000 en nuestro país); pero a cambio beneficiaríamos a 400.000 o 500.000 explotaciones familiares y profesionales, que son el grueso del campo español.
También hablamos en nuestro documento de otras medidas (reciprocidad en las condiciones de los productos importados, equilibrio de la cadena alimentaria, mecanismos de gestión de riesgos, rechazo de exigencias ambientales que no estén justificadas y vengan compensadas, desarrollo rural que no sea un instrumento político de las administraciones…); medidas encaminadas a mejorar los precios a la producción sin perjudicar a los consumidores. Porque somos conscientes de que, frente a unas ayudas PAC de 5.000 millones de euros al año, el valor añadido que genera la cadena alimentaria de nuestro país, esa que sostenemos los agricultores y ganaderos sobre nuestras costillas, es de 110.000 millones de euros y es de ahí de donde tienen que venir las mejoras que hagan que alguna vez se cumpla nuestra Constitución y los agricultores y ganaderos equiparemos nuestro nivel de vida al de todos los españoles… ¡que celebramos ahora los 40 años y para esto también vamos con retraso!