José Luis Marcos / Presidente de ASAJA-Palencia
El hartazgo del campo español no es nuevo, no es un calentón. Los profesionales de la agricultura y la ganadería de nuestro país llevamos tiempo denunciando dos fenómenos que minan la paciencia de cualquier emprendedor (y si hay una figura emprendedora actualmente en España, ésa es la del productor agroganadero, que además suele implicar en ese empeño empresarial a su familia).
Por un lado, la rentabilidad económica y financiera de nuestras explotaciones se resiente cada año. A veces, por causas naturales, que entran dentro de las lógicas de la actividad. Pero a menudo también se deben a motivos artificialmente generados desde unos despachos que desconocen la realidad rural y cómo se producen esos alimentos que nos permiten la subsistencia y, por qué no decirlo, el disfrute de la buena mesa, algo que es bandera de la promoción exterior del país, una de sus señas de identidad, auténtica marca España, como se dice últimamente.
PERSECUCIÓN
Pero más que ese menoscabo en términos de rentabilidad, con ser importante, al profesional del campo le está doliendo la persecución de todo tipo (legal, burocrática, fiscal, laboral, ecológica…) al que se viene sometiendo a los agricultores y ganaderos de España, en sintonía con lo que les sucede a nuestros homólogos en la Unión Europea, que también han estallado en protestas.
Para ciertos sectores, un agricultor o un ganadero resulta un profesional presuntamente culpable por ejercer esa labor (curiosamente, suelen coincidir esos sectores con los mismos que piensan que el empresario constituye una especie sospechosa y con quienes sostienen que toda oenegé ecologista, por el hecho de serlo, merece respaldo sin límite y, cómo no, una estructura sujetada con los dineros públicos para sus campañas de toma de conciencia).
POCA MEMORIA
Sabíamos que la memoria de este país era flaca. Es más, de este defecto proceden muchos de nuestros males sociales, y esa carencia explica que tantos gobernantes nos digan hoy lo contrario que decían ayer, y seguramente algo distinto de lo que nos prometerán mañana…
Sabíamos que aquí todo se olvida pronto y que el partido de fútbol del siglo dura apenas una semana, hasta que se disputa el siguiente. Pero no imaginábamos que, por parte de las autoridades de este país y de la Unión Europea, se pasara tan pronto la página del carácter esencial de la actividad agroganadera, algo que se subrayaba mañana, tarde y noche durante esa pandemia del coronavirus que ya parece que no existió.
Ya está bien de tratar a la agricultura y la ganadería españolas como sectores esenciales por temporadas, muy estratégicos para el país… pero de quita y pon. Si nuestros gobernantes no han aprendido de aquella crisis sanitaria, y del incierto panorama internacional posterior, que la soberanía alimentaria de un país serio merece respaldo, que es algo que debe garantizarse a la población… poca lección hemos sacado. Esta movilización del campo, pese a todas las molestias por las que pedimos disculpas a los afectados, es una manera de recordar que tenemos que comer.