La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, ante la propuesta llevada a la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo sobre las normas mínimas para la protección de los conejos de cría, que incluye prohibir el alojamiento en jaulas de los conejos en las explotaciones cunícolas, solicita a los eurodiputados Españoles que voten en contra de la misma, al no estar respaldada la propuesta por ningún informe científico, social ni económico para la pervivencia de las explotaciones cunícolas en el seno de la Unión Europea.
Unión de Uniones acepta y valora cualquier propuesta encaminada a mejorar el bienestar animal en las explotaciones, pero recuerda a las autoridades europeas que, considerando que «el sector cunícola respeta ya las normas europeas en materia de seguridad alimentaria, de higiene y de bienestar animal que son de las más exigentes del mundo, se debería realizar con anterioridad a una propuesta como la que se va a debatir el día 25 de enero, una serie de investigaciones, inexistentes hasta el momento, que permitan resolver los retos sanitarios y de comportamiento que surgen como consecuencia de la cría colectiva y en suelo de los conejos y que comprometen la salud y el bienestar de los conejos».
El cambio de producción de jaulas a producción en suelo, plantea en estos momentos muchas dudas
España es el segundo país productor de la Unión Europea, por detrás de Francia, con 63.000 toneladas producidas en 2015, por lo que la organización considera que las modificaciones en la cría afectarán directamente al país y a sus productores.
De igual forma, Unión de Uniones destaca que las explotaciones cunícolas ha visto reducirse drásticamente su potencial productivo en los últimos 10 años, habiendo desaparecido casi el 40% de las explotaciones, según los datos publicados por el Mapama en 2015, y estas medidas pueden agravar la situación de crisis que está viviendo el sector.
En este sentido, la organización pone de manifiesto que la posible adaptación al cambio de producción de jaulas a producción en suelo, plantea en estos momentos muchas dudas al sector productor. Por las pocas pruebas realizadas en algunas explotaciones, se observa la necesidad de analizar los problemas sociales que plantean los sistemas de alojamiento en grupos, como el aumento de la agresividad por la unión de lotes de animales o la cría de hembras con distintas camadas, lo que puede dar lugar a lesiones, afectando a su salud y bienestar, y teniendo en cuenta, asimismo, la mayor dificultad para el control de infecciones y parasitaciones y por ende del bienestar animal.
Esta apuesta conllevaría una inversión obligatoria con inversiones que no se lograrán rentabilizar
Según la organización, este cambio de modelo productivo conllevaría una inversión obligatoria por parte de los productores que con la misma dimensión de las explotaciones verían disminuido su nivel de capacidad productiva y que, en muchos casos, estas inversiones no se lograrán rentabilizar, ya que sería difícil para el productor repercutir los incrementos de costes de producción, especialmente si no está asegurado, que el consumidor esté dispuesto a pagar más por el producto en el lineal de venta.
Asimismo, la organización considera que estas medidas deberían ser extendidas a cualquier país que importe carne de conejo a la Unión Europea, universalizando las condiciones de cría y evitando la competencia desleal, aspecto que no recoge, en ningún momento, la propuesta de normativa, impulsada, a juicio de Unión de Uniones, por países que no son productores y que, por tanto, no ponen en riesgo su actividad.
«En estos momentos el modelo productivo de las explotaciones cunícolas son las jaulas, para favorecer en gran medida la calidad sanitaria de los alojamientos de los animales y limitar así los riesgos de enfermedades e infecciones, esto para los granjeros significa una parte importante del bienestar animal y si, además, añadimos que el imponer nuevas normas a los productores europeos, que encarecen los costes de producción, mientras se continúan dejando las puertas abiertas de la Unión Europea para que decenas de países terceros vendan a nuestros consumidores sin cumplir esas mismas normas en sus países, es un suicidio económico para los productores de conejos y de cualquier producto», ha afirmado Arturo Zaragoza, responsable del sector cunícola de la organización.