"En 2018 queremos tener lista la nueva variedad de caña", lo que implicará entre 2 y 4 años de intenso trabajo, dada la complejidad que supone lograr un híbrido -de media, hasta 11 y 13 años en este sector-, porque tiene que ser muy resistente a un gran número de bacterias y virus, lo que implicará una inversión de 4 millones de euros durante los próximo cuatro ejercicios.
40% menos de agua y más resistencia a las plagas
Esta nueva variedad consumirá un 40% menos de agua y será resistente a plagas y a las bajas temperaturas, ha explicado.
Ha señalado que "tenemos la ventaja de que, en Europa, contamos con tecnología de secuenciación de ADN que otros países no tienen", lo que hará posible identificar marcas con información genómica que puedan alterarlas manualmente o por polinización cruzada.
En Motril arrancará la experimentación -operaciones de hibridación- en las primeras 500 hectáreas, y más adelante la idea de los impulsores del proyecto pasa por desarrollar unas 15.000 hectáreas de esta caña de azúcar energética, "en los dos o tres próximos años", en terrenos agrícolas de España y Portugal.
Ha avanzado, además, las posibilidades que tendría la planta para crecer sin problemas en Italia o Grecia, entre otros países.
Durante el primer año comercial, tras obtener la patente, no cobrarán "royalties" a los agricultores, para incentivar que éstos prueben el cultivo y sus salidas comerciales.
"El proyecto ha crecido enormemente en tres meses", tiempo que ha permitido firmar los convenios con los socios y que se sumen nuevos, como las Universidades de York y Aberystwyth, respectivamente.
Un cultivo pensado para el etanol celulósico que busca implantar la UE en 2020
Quieren proveer de biomasa a Europa en 2020, fecha en la que la Unión Europea (UE) quiere forzar el uso del denominado "etanol celulósico".
"Además de bioetanol, podremos producir farneseno -Lufthansa ya lo ha usado como combustible-; también puede ser utilizado como un tipo de diésel -es el cado de los autobuses de Río de Janeiro y Sao Paulo, en Brasil-; así como "pellets", a partir del residuo molido de la caña, o "bagazo" para alimentar el ganado (forraje), a lo que se suma el azúcar, aunque el rendimiento del híbrido es menor que en otras variedades.
"No queremos depender sólo del mercado del etanol celulósico y, de esta forma, si alguna vez éste no funcionara bien, el agricultor podría vender la biomasa para otros segmentos", lo que evita que obtengan un producto que nadie quiera.
Si el proyecto tiene éxito, la caña de azúcar dejaría de ser un cultivo asociado a climas tropicales y podría formar parte, en unos años, del paisaje agrario en el sur de Europea.