El aumento de tiempo en los domicilios para evitar gastos; la disminución de los ingresos; y el alza de los precios son los factores que explican esta tendencia, indicó a Efe Paulo Calveira, director de marketing de la consultora.
En Portugal, uno de los países europeos con mayor número de bares y cafeterías por número de habitantes, este "desplazamiento del consumo alimentario" ha supuesto una reducción del 30% de los beneficios de la restauración, explicó Calveira.
Para intentar recuperar a los clientes perdidos, los negocios de restauración ofrecen alternativas más económicas y, en algunos casos irónicas, como el menú "Merkel", "troika" o "FMI", que ofrecen una suculenta comida desde 3,95 euros.
Llevar estos menús de bajo coste directamente a las oficinas es otra de las iniciativas más exitosas para quienes se resisten a las fiambreras.
"Empezamos en diciembre a repartir 20 pedidos y ahora ya servimos diariamente más de 300", explicó a Efe Luis Soares, responsable del establecimiento "Dotes Fantásticos" de Lisboa.
Cada mañana, sus clientes reciben un correo electrónico con una media de siete platos de carne, pescado y vegetarianos, disponibles para ese día, a un precio cerrado de 3 euros por plato, además de sopas y postres por menos de uno, y que deben ser encargados antes de las 11 de la mañana.
Según Soares, la clave para poder ofrecer comidas completas a precios tan bajos es la elaboración de los menús a diario, "de acuerdo a lo que ofrecen los proveedores", y centrarse en recetas que se puedan elaborar para muchos comensales al mismo tiempo.
"Cuantas más personas coman, el costo del plato es menor", constató Soares, cuyo negocio, que cede todos los alimentos no vendidos a causas sociales, mantiene servicio en el propio local.
Para muchos consumidores estos precios aún superan el gasto que les supone llevar la comida de casa al trabajo, motivo por el que, según Kantar, se explicaría el aumento del gasto medio anual por portugués en el supermercado, que pasó de 1.700 euros en 2010 a 1.835 el año pasado.
"Gastas más del doble si pagas porque te traigan la comida", opinó Paula Pereira, una de esas trabajadores que se llevan la fiambrera al trabajo y que asume haber reducido sus salidas a restaurantes como actividad de ocio desde el inicio de la crisis.
Junto al ahorro, Pereira, que trabaja en un edificio de oficinas del centro de Lisboa, indicó otras ventajas del ‘tupperware’, como saber lo que se come y elaborar un menú equilibrado para la semana.
La páginas web lusas no son ajenas a la tendencia y en blogs como "A marmita lisboeta" ("La fiambrera lisboeta"), además de recoger recetas variadas y adecuadas para este transporte, los "marmiteros" (usuarios de fiambrera en portugués) comparten experiencias y se recomiendan los mejores y más estilosos recipientes.
"Porque el hábito de llevar el almuerzo al trabajo va a estar definitivamente de moda y no hay una fiambrera igual a otra, cada una con un estilo", reza la presentación de esta bitácora, para cuyas autoras lo ‘low cost’ no es incompatible con lo ‘gourmet’".