Daniel Martínez / Responsable Sector Avícola UAGA

 Antes de la pandemia estaba claro que las grandes superficies empleaban la oferta del pollo como gancho o cebo para que el consumidor llenara su cesta con otros productos que estaban inteligentemente colocados alrededor de la carne más sana del supermercado. A pesar de que el precio no vinculante del kilo de pollo en granja, según las lonjas españolas, ronda los 0’77€, durante la pandemia han sido varios los factores que han provocado que el precio real haya sido más barato, entre 0,55 y 0’58€/kilo.

Un factor ha sido, según las revistas especializadas generalmente editadas con dinero de las integradoras, que Italia y Polonia se han deshecho de sus excedentes de pollo vendiéndoselo a estas grandes cadenas de supermercados a precios ridículos, muy por debajo de lo que nos cuesta a los productores españoles criar el pollo. Los expertos en el sector avícola nos cuentan que ha entrado tanto pollo de fuera que las integradoras (piensos, granjas, matadero, distribución) han tenido que recortar gastos (sacrificio de gallinas ponedoras, menos aforo de pollitos por metro en granja, abaratamiento de coste de sacrificio en mataderos, almacenamiento de pollos en el congelador…) y el resultado de esta cuenta es que todos perdemos.

Bueno, todos NO. Los que no pierden son los listos que al final de la cadena ponen un precio, que aunque ridículo, les supone grandes beneficios. Las mismas empresas de integración son las artífices reales de este rollo pollero, porque teniendo la sartén por el mango a la hora de vender sus pollitos a las cadenas internacionales  de alimentación, con sus ofertas y condiciones, dejan que éstas echen los huevos fuera colándoles millones de kilos de carne de pollo producido fuera de España. ¿Y quién distribuye esa carne de pollo? ¿A caso las integradoras no tienen distribución de sus productos? ¿A caso, ya antes de la pandemia, las integradoras no empezaron a reducir explotaciones de sus plantillas? ¿A caso no habían planeado ya una reestructuración de sus propios recursos e infraestructuras con vista a estas importaciones de carne de pollo de terceros países? Y el tratado de MERCOSUR, ¿tendrá algo que ver?. El estado de alarma actual no era el mejor escenario para experimentos…y a pesar de todo lo han hecho.

El Gobierno español también tiene su parte de culpa: ¿por qué durante el estado de alarma no ha protegido su producto interior, siendo como dicen que el sector primario es un elemento estratégico de la economía?. Creo que a partir de ahora el gobierno tendría que implicarse más para evitar que entren pollos (y otros productos) por la puerta de atrás a los grandes supermercados de capital variopinto, y sobre todo, que vigile los precios!.

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