La situación actual dibuja un panorama complicado para las personas que viven y trabajan en el campo. A los recientes episodios de sequía y de escalada de los precios de la energía o los fertilizantes, parece sumarse ahora la amenaza de desprovisión de piensos para la ganadería, así como de otros alimentos. El motivo es la invasión que está viviendo  Ucrania, parte del conocido como granero de Europa: sólo España importa el 22% del maíz de allí, apuntan datos del Ministerio de Agricultura. En este contexto, la Coalición Por Otra PAC quiere mostrar, lo primero, su repulsa a la invasión y trasladar su solidaridad con el pueblo ucraniano. En otro prisma de la situación, hay que reconocer el impacto que esta invasión también está teniendo en el sector primario de nuestro país, algo que desde nuestras administraciones -nacionales, locales y europeas- tiene que ser abordado. El objetivo debe ser transitar hacia un modelo justo, verde y sostenible a medio y largo plazo, por lo que no admite un retroceso en la hoja de ruta del Pacto Verde Europeo.

Para la Coalición, en sentido opuesto parecen remar ciertos dirigentes políticos. Hace unos días, durante el Consejo extraordinario de Agricultura en la UE, el ministro español, Luis Planas, reclamó a la Comisión «adaptar las ayudas directas de la PAC al nuevo escenario, para aumentar la superficie destinada a la producción de cereales y oleaginosas». Más allá fue el comisario europeo del ramo, Janusz Wojciechowski, al declarar entonces que «si la seguridad alimentaria está en peligro, entonces debemos volver a analizar los objetivos de la estrategia De la Granja a la Mesa y corregirlos».

La Coalición Por Otra PAC considera que la situación de dependencia que generan los sistemas agroalimentarios imperantes -de carácter intensivo, altamente demandantes de insumos, materias primas y energía y eminentemente destinados a la exportación, «es una muestra más de lo urgente que es la transición hacia modelos más sostenibles y resilientes. Algo que defiende el Pacto Verde Europeo, por lo que no solo debe ser reforzado sino que, además, sus objetivos tienen que ser incorporados de manera vinculante en la nueva PAC, pues condicionará la estrategia agraria de todos los países miembros hasta 2027».

Tras los anuncios de estos altos dignatarios e incluso de algunas organizaciones agrarias, Por Otra PAC «teme que se reduzcan los aspectos de la PAC que refuerzan la transición hacia sistemas socioambientalmente más sostenibles, que han pasado a estar en discusión, como la condicionalidad asociada a muchos de los pagos. Así, podría relajarse la condición de que al menos el 4% de las tierras de cultivo de las explotaciones agrarias se dediquen a superficies y elementos no cultivados, espacios necesarios para la naturaleza que den un respiro a la crisis de biodiversidad (BCAM 8, del paquete de Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales). Además, preocupa la posible rebaja  en la ambición ambiental de otras iniciativas comunitarias, como la propuesta de Reglamento europeo para luchar contra la deforestación importada, que intenta frenar el impacto de la producción de piensos y alimentos, como la soja, en bosques de todo el mundo.

«EL PACTO VERDE EUROPEO, Y LA HOJA DE RUTA PLANTEADA PARA EL SECTOR AGRARIO, INCLUIDA LA FUTURA NORMA PARA LUCHAR CONTRA LA DEFORESTACIÓN IMPORTADA DEBEN SER IRRENUNCIABLES«

Todo en aras de la seguridad alimentaria. Y, sin embargo, con solo cambiar patrones de producción y consumo más sostenibles se podría alimentar a 10.200 millones de personas, concluía una publicación de Nature del año pasado. En concreto, la Unión produce más cereales de los que demanda, en concreto la tasa de autoabastecimiento es del 112%, según datos del Eurostat -la Oficina de Estadística de la Comisión Europea-. Es decir, aunque España sea deficitaria, por su elevada cabaña de ganadería industrial (ej. porcino), no lo son otros países dentro de la Unión, de los que podría importar. Pero, como concluye el paper, habría que pensar el sentido de depender de forrajes lejanos para generar carne que será exportada en al menos un 50%, en un contexto mundial en el que se clama por una contención en su consumo y la disminución global de las emisiones de gases de efecto invernadero. También, antes de lanzar la voz de alarma ante un posible desabastecimiento, se debería considerar que los españoles tiramos a la basura 1.364 millones de kilos/litros de alimentos anualmente, una media de 31 kilos/litros por persona, señala el MAPA.

Por todo ello, la Coalición considera «inadmisible reducir la ambición ambiental en las políticas agroalimentarias, en aras de la seguridad alimentaria. Considera que existen vías que garantizan esto de manera más sólida y a largo plazo como es la consecución del Pacto Verde Europeo y la aplicación de leyes como la de Desperdicio Alimentario. Además, se debe apostar por modelos de consumo más saludables y sostenibles, que reduzcan el consumo de carne, priorizando y favoreciendo su origen extensivo. El momento actual parece idóneo para esta transición hacia modelos agroecológicos, pues todavía no se ha cerrado el PEPAC y existirá financiación a través del PERTE Agroalimentario (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica)».

Fernando Viñegla, coordinador técnico de la Coalición Por Otra PAC: «Nuestro sistema agroalimentario se ha demostrado no válido para las crisis sociales y ambientales que estamos teniendo que afrontar como sociedad. Es un modelo que prioriza la producción masiva y que olvida sistemáticamente a las personas que producen en concordancia con las limitaciones del planeta. Pero es que además se está demostrando como muy poco resiliente, como se ha podido ver con la crisis del campo o la invasión de Ucrania. Es intolerable que la solución sea volvernos a enrocar en mantener este modelo injusto. Y es ahora, más que nunca, cuando el compromiso debe ser más fuerte con la necesaria transición justa del sistema agroalimentario y con los compromisos presentados en el Pacto Verde, pasando a ser completamente vinculantes en la nueva PAC.»

Tamara Rodríguez, responsable de agricultura, alimentación y desarrollo rural en SEO/BirdLife y miembro de la oficina técnica de la Coalición: «En concreto, la BCAM 8 incluida en la condicionalidad «reforzada» de la futura PAC, implica mantener o implantar espacios para la naturaleza (como setos, rodales de árboles, lindes, charcas, terrazas o barbechos) en el 3 o el 4% de las tierras de cultivo de todas las explotaciones.

Según la Estrategia para la Biodiversidad 2030 «urge que al menos el 10 % de la superficie agraria vuelva a estar ocupado por elementos paisajísticos de gran diversidad» y estos espacios constituyen la única condición obligatoria de la PAC que actúa proactivamente contra el declive, especialmente elevado, de la biodiversidad ligada a los medios agrarios. Además, a través de la biodiversidad, esta BCAM contribuye a la provisión de servicios esenciales y gratuitos para la agricultura, como el control biológico de plagas, la polinización y la fertilidad del suelo, etc., económicamente costosos cuando se emplean soluciones artificiales, que no siempre existen. Basta decir que más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización. Por tanto, eliminar esta condición de la PAC sería contraproducente para el propio sector y para la seguridad alimentaria.»

Para Celsa Peiteado, responsable del programa de alimentos en WWF España y miembro de la oficina técnica de la Coalición, «el Pacto Verde Europeo, y la hoja de ruta planteada para el sector agrario, incluida la futura norma para luchar contra la deforestación importada deben ser irrenunciables. Sólo así evitaremos posponer la necesaria transición alimentaria hacia modelos justos para las personas y la naturaleza. En concreto, desmantelar o diluir los compromisos para evitar la destrucción de bosques y otros ecosistemas valiosos en terceros países, utilizados para la producción de piensos y alimentos que son importados por la UE, sólo conseguirá agravar la crisis del campo. Se seguirá perpetuando un sistema productivo altamente dependiente de la importación y exportación, como es la ganadería industrial, un gigante con los pies de barro. El nuevo escenario internacional no hace sino reforzar el hecho de que la producción ganadera industrial es insostenible y que, en su lugar, se debe fomentar la ganadería extensiva mediante el aprovechamiento de los pastos naturales y seminaturales que les son propios y no compiten con la alimentación humana (ej. cereales y oleaginosas) y que, bien gestionados, tienen además potencial de beneficiar a la biodiversidad y de proveer aún más servicios ambientales para el bienestar humano. Dieta sostenible y lucha contra el desperdicio alimentario son también elementos para resolver esta ecuación.»

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