Fernando Gutiérrez / Ganadero de vacuno de Quintana del Puente

 Este domingo 31 de mayo, como todos los días, me fui a almorzar después de haber ordeñado y dado de comer a todas las vacas de la granja y, como todos los días, fui contento, pues acababa de hacer lo que quería hacer, donde y como lo quería hacer. Pero una sensación de pena me acompañaba, pena por sentir que  la sociedad que nos rodea no valora esta profesión que no es más que sentir pasión por los animales, por nuestras vacas, ovejas o cabras, cuidarlos y mimarlos para producir uno de los alimentos más completos.

No digo yo lo del alimento más completo y barato, lo dice la realidad. Cuando la sociedad piensa que hay un problema, que tiene que confinarse y que quizás las cosas puedan ir peor, del alimento que primero se acuerdan es de la leche y las legumbres -ambos se acabaron en los supermercados los primeros días de la pandemia-. Es decir, de los alimentos que han salvado la humanidad en momentos complicados. Así mismo, cuando escuchas las solicitudes de los bancos de alimentos, tan concurridos en estos tristes días, siempre nos recuerdan la necesidad de donar lácteos, pues son la base de una alimentación sana y, vuelvo a repetir, barata.

Si en momentos difíciles nos acordamos de los lácteos, ¿por qué no nos dejamos de modas pasajeras y valoramos la realidad como tal, dando la importancia que se merece a un producto que salva vidas todos los días en todo el mundo?

El lácteo es un sector que además genera una gran cantidad de puestos de trabajo, fijando población en el medio rural. En todos estos días tan tristes, quien más o quien menos se acuerda de alguien al que no ha podido ayudar, despedir o simplemente de las personas con las que no puedes estar y disfrutar tomando un exquisito vaso de leche con uno de esos bizcochos caseros que todo el mundo ha cocinado estos largos días de confinamiento.

Este 1 de junio es el Día Mundial de la Leche. Puede que por eso hoy me sentía con ganas de decir esto y de dar la enhorabuena a todos los ganaderos que, como yo, trabajan todos los días para producir ese alimento salvavidas en momentos difíciles y ese placer en momentos relajados.

Pues eso, hoy también me voy almorzar porque ya llevamos unas horas trabajando y apetece ese vaso de leche con el bizcocho casero que hicieron mi mujer y nuestros hijos ayer por la tarde, como lo hacían mi madre y mis hermanos hace unos años y como me gustaría que pudiese hacer todo el mundo con sus seres queridos cuando esto pase.

Espero que el próximo año podamos celebrar el Día Mundial de la Leche con todos nuestros familiares y amigos, honrando a los que nos dejaron y disfrutando de los placeres diarios sencillos que están a nuestra disposición sin tener que sentir la presión de las modas alimentarias.

Un cordial saludo a todos de, simplemente, un feliz ganadero.

(Texto publicado en Asaja Palencia)

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