Luis Cortés Isidro / Coordinador Estatal de Unión de Uniones

Dicen que el pasado 1 de septiembre, el Presidente de la Diputación de Salamanca, Sr. Iglesias, el Presidente de Castilla y León, Sr. Fernández Mañueco, y el Ministro de Agricultura en funciones, Sr. Planas, inauguraron la Feria Salamaq 2023. Lo dicen y me lo creo porque hay testimonios gráficos, pero lo cierto es que los agricultores y los ganaderos, no les vimos… y no les vimos, porque la organización se encargó de que así fuese.

Efectivamente, las puertas de la Feria se abrieron al público -o sea a nosotros, a los que vamos porque vivimos del campo- a las 11:00 horas de la mañana. Esto es, una hora después de que se produjera el paseíllo inaugural de autoridades por el recinto. Un paseíllo celebrado en solitario y convenientemente a salvo de cualquier riesgo de expresiones espontáneas de afecto y agradecimiento hacia nuestro Ministro por parte de los profesionales del sector primario… o lo contrario, que también puede haber quien no comparta con el Sr. Planas la opinión acerca de las bondades en el desempeño de su cargo. Yo, fíjense, me barrunto más lo segundo.

Veamos: feria con un gran componente ganadero, sequía prolongada (¡ojo, en Castilla y León, además!), descontento con las ayudas del Ministerio (que van a ser allí la mitad que en otras regiones vecinas), precios de los piensos y paja por las nubes, hastío e indignación con la forma de aplicar los protocolos de sanidad animal, la enfermedad hemorrágica que ha pillado al Ministerio en funciones pero sin funcionar, una situación crítica de muchas granjas que arrastran un grave problema económico y soportan los ataques medioambientalistas (también del gobierno, en forma de regulaciones) sabiendo, como saben los ganaderos, que son las ganaderías mejor cuidadas y más respetuosas con entorno del mundo… Llámenme loco si quieren, pero colijo que no era descartable alguna muestra de cierto enojo del sector con su Ministro.

Así que, por si acaso, mejor curarse en salud. ¡A ver, me cierren las puertas y me van colgando el cartel de «No molesten, por favor… Estamos inaugurando»… no vayamos a…

Esto de que los prebostes políticos hagan sus apariciones públicas en entornos controlados para pasar por ellos sin romperse ni mancharse es algo ya habitual. No deben estar muy seguros de cómo están haciéndolo cuando despejan de su presencia a aquellos cuyos asuntos administran y se hacen rodear exclusivamente de un séquito de correligionarios, altos funcionarios, representantes institucionales y portamaletines y aduladores varios que lucen mucho más en las fotos y en los totales de los informativos que un grupo de descontentos con pancartas, abucheos y proclamas reivindicativas. ¡Dónde va a dar!

El suceso de la desaparición de agricultores y ganaderos en actos y eventos profesionales sobre agricultura y ganadería –poco enigmático por lo que se ha explicado- se produce también en salones de actos para conferencias, presentaciones y similares en los que el número de éstos disminuye proporcionalmente al postín de la personalidad que los preside. Si es un Ministro, el número de filas reservadas para invitados y personalidades suele ser tan amplio que no acaba quedando sitio para los paisanos de a pie.Este tipo de acontecimientos públicos se ha convertido en una especie de escaparate mediático para que los políticos vendan titulares, se cuelguen medallas y lustren su gestión y en el que los agricultores y ganaderos hemos pasado a ser subproductos en el mejor de los casos -si se puede sacar algún provecho a su asistencia- y en el peor, residuos que conviene barrer bajo la alfombra roja cuando se atisba la amenaza de la más mínima expresión de crítica o protesta.

Toda generalización es injusta (a pesar de lo cual, casi todos la hacemos y yo tropezaré también en esa piedra), pero los organizadores de saraos parecen pensar que el éxito del mismo va a depender más del relumbrón del día de la inauguración y de lo alto que se aposenta el inaugurador en el escalafón del poder político, y no tanto en su utilidad para los profesionales a los pretendidamente se dirige. Por eso molesta tanto la reivindicación –eso que llaman jarabe democrático cuando se lo aplican al adversario- en los momentos en los que lo único que debería oírse, según ellos, son los aplausos y los flashes de las cámaras.

Sinceramente, mi opinión personal es que los agricultores y ganaderos podemos prescindir perfectamente de la presencia de notables en estos actos profesionales. Nos aportarían más en sus despachos trabajando para arreglar los problemas, que en los discursos inaugurales diciendo que no existen, o que no son para tanto o que ya han hecho todo cuanto se podía hacer. Siempre se puede argumentar que la exhibición política da más relevancia a la Feria y eso ayuda a que haya mayor interés por parte de expositores y visitantes… puede… no digo que no; pero nadie compra un tractor, un equipo o un semental, porque por un Excelentísimo o Excelentísima hayan dejado por allí su perfume al pasar unas horas antes.

Y si mi apuran, ya puestos, lo de venir a estos sitos a lucirse, cuando las cosas no las hacen bien, no les debería salir gratis. La cortés ofensa de cerrar algún stand a su paso, poca cosa es para cómo está el patio. Ante el cúmulo de problemas que arrostramos en el campo y la incapacidad de las administraciones y políticos para hacerles frente, se han ganado –por supuesto, sin faltar a las leyes y sin ejercer violencia- que su paseo les sea ingrato, que sientan nuestro malestar y nuestra preocupación en primera persona… ¡y oiga, si prefieren no venir a cortar cintas púrpuras, ningún problema! ¡Cualquier ganadero lo puede hacer con más merecimiento que ellos!

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