Francia ha sido el primer país europeo en prohibir el BPA en materiales que se encuentran en contacto con alimentos y Bélgica y Suecia están dando pasos en el mismo sentido.

    El director de la campaña "Hogar sin tóxicos", Carlos de Prada, ha subrayado que existen más de mil estudios científicos, y que la mayoría concluyen que, incluso a niveles muy bajos de concentración, el BPA puede estar asociado a la diabetes, obesidad, infertilidad, cáncer de mama o de próstata, problemas cardiovasculares, alteraciones en el desarrollo neurológico y cerebral y trastornos del comportamiento.

    La principal vía de exposición humana a esta sustancia es la alimentación, por la contaminación procedente de los materiales que están en contacto con la comida y la bebida, de manera que la mayoría de las personas tienen presencia de BPA en su organismo.

El catedrático de Medicina de la Universidad de Granada Nicolás Olea ha incidido en la importancia de proteger a los niños del contacto con esta sustancia y en especial a los embriones y fetos "más sensibles a los efectos de contaminantes hormonales", como el bisfenol A.

    En este sentido, ha explicado que los efectos de esta sustancia en un feto pueden determinar riesgo de padecer cáncer de mama o próstata, así como afectar a la calidad seminal. "La exposición temprana, a sólo treinta días de embarazo, regula tus riesgos en la edad adulta", ha señalado.

    "Si no se elimina dicha sustancia de todos los recipientes alimentarios, difícilmente se podrá evitar que las embarazadas se vean expuestas", ha insistido.

    Para conseguir esto, los autores de esta campaña han comenzado una ronda de contactos con los grupos políticos con representación parlamentaria para que se unan en el objetivo de prohibir esta sustancia.

    "Instamos a la adopción del principio de precaución. Cuando hay una amenaza clara y una base científica, hay que adoptar las medidas necesarias para proteger a la población", ha insistido De Prada.

     En este sentido, ha destacado que se trata de "un grave problema de contaminación alimentaria" que afecta a todos. "Urge elaborar leyes estrictas que pongan coto a este disruptor endocrino", ha afirmado.

     Los efectos del bisfenol A se conocían desde el año 1995, según ha explicado Olea, quien en ese momento documentó, junto a otros compañeros, cómo proliferan las células tumorales en contacto con esta sustancia procedente del líquido de cobertura de las latas de conserva."Con la acumulación de investigaciones que hay, es tiempo de actuar", ha subrayado.

     España produce cada año uno 250 millones de kilos de bisfenol A. "Los intereses económicos pesan más que las investigaciones científicas", ha lamentado De Prada. Esta sustancia se usa fundamentalmente para construir barcos, coches y trenes, así como en la fabricación de CD’s y DVD’s, y en algunos cristales de gafas.

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