Esta semana el gobierno brasileño indicó que también Corea del Sur se había sumado al veto y precisó que en el caso de Egipto, el veto se limita a la carne procedente del estado de Paraná (sur), donde se detectó el caso.

   El mismo fue clasificado como "no clásico" por el gobierno brasileño y se confirmó por pruebas de laboratorio realizadas a una vaca que murió en Paraná en 2010, según un comunicado emitido el pasado 7 de diciembre por el Ministerio brasileño de Agricultura.

   En Santiago, el presidente de Fedecarne, Christian Arntz, criticó que el gobierno brasileño haya tardado dos años en informar del caso a la comunidad internacional lo que a su juicio, "da cuenta de una falta de transparencia en los organismos encargados de la salud animal de Brasil".

   Agregó que, en ese contexto, resulta "preocupante" mantener la importación de carne brasileña y consideró "insuficiente" que el SAG haya decidido suspender solamente el ingreso a Chile de harina de carne y hueso y alimentos para mascotas desde Brasil, manteniéndose el de carnes.

   Entre enero y agosto, según cifras oficiales, Chile importó carne bovina por un valor de 506 millones de dólares, un 7,2 % más que en igual período de 2001, de los que casi el 50 % provino de Brasil.

   En volumen, la carne brasileña alcanzó las 38 mil toneladas en ese período, un 168 % más que en 2011, debido a la suspensión de las importaciones desde Paraguay debido a un brote de fiebre aftosa.

   A finales de noviembre, Chile autorizó nuevamente la llegada de carne desde Paraguay, país que hasta la aparición de la fiebre aftosa era el principal origen de estas importaciones.

   En Chile el consumo de carne bovina alcanza sólo a 21,7 kilos anuales por habitante, mientras el de carne de cerdo y pollo llega a 84,7 kilos y el de pescados y mariscos supera levemente los diez kilos.

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