La banca extranjera es la que más nerviosa se ha puesto ya que no se esperaba una actuación de este tipo de una empresa cotizada como Pescanova -con multitud de filiales en numerosos países y financiada a través de unos 45 bancos- y que empieza a dudar si su forma de proceder ha sido por mala fe o responde a un gran fallo de control por el tamaño de su entramado empresarial.

    Por este motivo, con el objetivo de organizarse y obtener de la compañía una información fiable y lo más rápidamente posible, más de una treintena de bancos acreedores de Pescanova se han reunido este viernes en las oficinas del Deutsche Bank para crear el comité de dirección con el objetivo de iniciar las negociaciones con la multinacional pesquera la próxima semana.

    Los siete miembros que forman parte de este comité de dirección son Nova Caixa Galicia, La Caixa, Sabadell, Popular, Bankia, Royal Bank of Scotland y Deutsche Bank.

    A falta de conocer cuál es la dimensión de ese desfase financiero que ha reconocido Pescanova, la deuda total del grupo asciende a 2.500 millones de euros según los datos de Centro de Información de Riesgos del Banco de España, y de estos 1.600 millones corresponden a la matriz.

    Ahora el presidente de Pescanova se enfrenta a un consejo mucho más exigente que hace unos meses; que ha dejado en evidencia que no hay unanimidad en su seno y que le exige información fiable, exhaustiva y lo más rápidamente posible, pero sobre todo demanda que los pasos estratégicos que se den en el futuro se adopten en el consejo y no en su propio despacho.

    Pero también tiene que hacer frente a la investigación que ha iniciado el máximo organismo de control bursátil (CNMV), a quien no le ha gustado nada el proceder de la compañía y le ha abierto una investigación por abuso de mercado.

    La CNMV investiga si se ha producido una manipulación en el precio de las acciones de Pescanova o si se ha realizado un uso de información privilegiada, pero además le reclama que aporte lo más pronto posible información sobre las deudas de la compañía y las cuentas de la empresa (cuyo último plazo de presentación para una empresa cotizada acabó el pasado 28 de febrero).

    Pescanova aseguraba a la CNMV que supeditaba la formulación de las cuentas a la venta de su negocio de acuicultura de salmón en Chile o bien a la renegociación de su deuda financiera dentro del proceso de preconcurso de acreedores que había iniciado.

De empresa emergente al oscurantismo

    Su halo de gran empresa -en 1961 construyó el primer buque congelador del mundo- y el romanticismo que rodea a un negocio instalado en localizaciones asombrosas (La India, Chile, Argentina, Australia, Sudáfrica, Angola, Guatemala, Namibia, Mozambique, Brasil, Uruguay y Ecuador), contrasta con el oscurantismo con el que la empresa lleva su día a día y con el hecho de que no existan comités directivos que trabajen de forma autónoma.

    Este hecho queda patente tras las declaraciones de uno de sus accionistas, la cervecera Damm, que este viernes aseguraba que la compañía "hurtaba" información al consejo, mercado y organismo regulador bursátil.

    Pescanova, una de las marcas de alimentación más reconocidas entre los consumidores y que, como el resto de compañías de primeras enseñas, ha sufrido en la crisis tanto el avance de las marcas blancas -como el impacto de Mercadona, que ha potenciado sus propias marcas en detrimento de las líderes-, tiene ahora una gran sombra que accionistas y acreedores urgen disipar.

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