José Antonio Turrado / Secretario General ASAJA Castilla y León
Que un agricultor le tenga miedo a las tormentas no es ninguna novedad, pues las tormentas, y sobre todo las más virulentas acompañadas de granizo, han sido un enemigo de la agricultura desde que el hombre comenzó a labrar la tierra. Ante este fenómeno meteorológico, que en nuestra zona se da en los meses de primavera y de verano, el mejor remedio que tenemos los agricultores es asegurar las cosechas, aunque cuando ocurre el hecho no siempre es de nuestra satisfacción el trato que nos da la compañía de seguros.
Al margen de la crítica al sistema de seguros, que en todo caso es legítima, los daños de las tormentas están amparados por todas las pólizas de seguro, son menos dudosos que otros daños, y en el peor de los casos han venido garantizando una renta bastante aproximada al valor real de la cosecha si se hubiera podido recolectar y vender en el mercado. De la mano de las compañías aseguradoras, y en este caso al margen de Agroseguro, el sector ha tenido, y sigue teniendo, la posibilidad de asegurar a un mayor valor contra los daños de pedrisco, es decir, a cambio de una prima de seguro, la compañía indemniza, en el caso de siniestro, una cantidad por kilo superior a lo que ya indemniza Agroseguro. Esto ha permitido, en años anteriores, percibir ingresos en el caso de siniestro superiores al valor real de la cosecha, o al menos compensar el valor del IVA que no paga el seguro agrario.
Este año la cuestión ha cambiado rotundamente. Los agricultores hemos asegurado los cereales a un precio de 190 euros la tonelada, y el mercado está muy por encima de dicho valor, llegando en algunos momentos a duplicarlo. Aunque suscribamos paralelamente el seguro de más valor, sigue habiendo un gran distanciamiento entre el valor al que aseguramos nuestra cosecha y el valor del mercado si se mantiene como está o no se desploma mucho. Por esto este año, en los próximos meses, las tormentas serán la principal preocupación de los agricultores de secano y de regadío, porque habrá daños, en algunos términos daños muy cuantiosos, y el seguro indemnizará por cuantías que ni tan siquiera van a cubrir una parte de los costes de producción.
Mientras que cruzamos los dedos para que las tormentas se alejen lo más posible, mientras aconsejamos a nuestros socios a que aseguren y que además contraten el seguro de “más valor”, desde esta organización agraria estamos alertando a los distintos gobiernos de la escasa cobertura del seguro agrario en este contexto de precios mundiales, y reclamando medidas normativas y económicas para disponer de un seguro agrario realmente eficaz de cara a la próxima campaña. Un seguro que tenga en cuenta la realidad del mercado y que disponga de apoyos públicos para que su suscripción no sea prohibitiva. Un seguro que nos permita dormir con cierta tranquilidad cuando hay tormentas, cuando hay sequías, o cuando hay fenómenos de la naturaleza, de diversa índole, que arruinan nuestras cosechas.