Los que utilizan como emblema animal al gallo, como bien criados para las peleas, se han dedicado en excesivas ocasiones a tirar por tierra nuestros excelentes productos agrícolas y ganaderos para impedir, mediante el uso de la violencia, que los transportistas ejerzan su trabajo, causándoles pérdidas muy importantes como, lógica y lamentablemente, también provocan a los empresarios hortofrutícolas. El Gobierno de España es responsable. Cobran cantidades indecentes de dinero por ello, pero no dejan de demostrar que son ineficientes e ineptos (y que conste que utilizo calificativos moderados, aunque también se me vienen otros a la cabeza). ¿Por qué no se desplazó de inmediato a Francia y donde hubiera hecho falta para frenar los ataques? ¿Y el Ministerio de Asuntos Exteriores? ¡Si ni siquiera se le ha escuchado cuando su función es, justamente, la de recurrir a la diplomacia para resolver conflictos! ¡Faltan agallas!

Ante tanta tolerancia, permitieron que los galos continuaran ‘haciendo de las suyas’. La Comisión Europea instó inicialmente a que garantizaran la seguridad en sus fronteras, pero los franceses hicieron oídos sordos y Bruselas, como no, optó por la ceguera temporal. Francia supo sacar tajada. No sólo no interpuso sanción alguna, sino que incluso se atrevió a afirmar que endurecerían el control aplicado sobre nuestras exportaciones. ¡Vergonzoso! No hay que ser especialmente sagaz ni poseer una inteligencia brillante para percatarse de que lo único que intentan es impedir la entrada de los productos españoles para ahorrarse la competencia que generan calidades superiores y frenar la caída de los precios en origen al reducir cantidades. ¿Pero, qué alternativa nos dejan al resto? Ni les multan y, encima, obtienen resultados. ¡¿Acaso es la violencia la única vía que nos están dejando para luchar por la rentabilidad y supervivencia de nuestros trabajos?! El peligro que conlleva su permisividad es evidente, la posibilidad de que todos quieran recurrir al vandalismo. Por ello, los aficionados al cacareo no deben quedar impunes. Unidos, podemos ser muy fuertes y esta característica la vamos a aplicar primero en exigir indemnizaciones y acciones penales. ¡¿De qué sirve el Mercado Común si ni siquiera protegen el principio básico sobre el que se sostiene: la libre circulación de las mercancías?!

Bruselas, tras regañar el maltrato, mantuvo que no era de su competencia. ¡Mentira! Es un conflicto entre distintas naciones miembro. Poco más tarde, anunció que iba a estudiar las acciones francesas. ¡Pero, qué estudio ni qué ocho cuartos! ¡¿De qué pecan, de hipocresía?! Palabra de político, palabra de nada. Ya reprobaron los bloqueos y saben que las pruebas son más que evidentes. Hay imágenes de la agresividad ejercida por los reyes del corral, que lucieron la cresta bien alta en los bloqueos de los camiones. El comunicado sobre aumentar el control sobre nuestras exportaciones fue PÚBLICO y no han emitido ninguno encaminado a reestablecer el orden. Creo que tanta atrocidad, sólo se produce por tener un Gobierno tan ‘flojeras’ como el nuestro. La ministra Rosa Aguilar debe coincidir conmigo. Ha mantenido reuniones con su homólogo de la ‘patrie’ para reforzar la comercialización agrícola. ¿Antes de alcanzar acuerdos, no tendría que exigir el compromiso tácito de respetar nuestras mercancías? Proteger las exportaciones es ahora más importante que nunca. En estos precisos instantes están llegando a Francia productos tan preciados para la Comunidad como la uva del Vinalopó o las mandarinas, entre otros. Deben aumentar la seguridad, pero temo que sigan mirando hacia otro lado. Que importamos un pepino ya quedó patente durante la crisis del E. Colli. Bruselas aprobó ayudas para todos los países, cuando las falsas acusaciones por contaminación sólo se destinaron contra los españoles y fuimos los principales perjudicados. Queda demostrado que si se decide indemnizar a nuestro país, el dinero se reparte entre todos, pero aún es más duro producir para no obtener nada. ¿Cuándo se pondrán las administraciones al lado de los agricultores?  La insostenible situación del campo conlleva graves repercusiones. Este año perderemos un 10% de la producción de pepino por la caída de la rentabilidad que causaron los alemanes y los abusos contra los agricultores que se producen en los mercados. Esta nefasta situación no sólo tendrá incidencias en el sector. Nuestro país exportó cerca de 450.000 toneladas de pepino por valor de más de 372 millones de euros en 2010. Es evidente que esta cifra podría ser muy superior. ¿Acaso está la economía para permitirse tantas pérdidas?

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