“Nos consta que en todo momento se mantuvo por parte de los encerrados una postura de respeto a las personas, a la institución y a los bienes o enseres que allí se encontraban”, se indica en la carta, puntualizando que, aunque no es el fin de las organizaciones protagonizar encierros o actos de protesta, “los consideramos como una herramienta legítima y a la que no vamos a renunciar cuando se utilizan como último recurso en una negociación en la que está en juego el futuro de miles de familias ganaderas y el de una parte importante de nuestro sector primario”.

    Para los representantes de los ganaderos, a poco que se revise el curso de la denuncia formulada en su día, “uno se da cuenta que ha llegado a decretarse juicio por la empecinada insistencia del señor Calabozo, que ha hecho de esto una cuestión personal que perjudica a la institución que representa, perjudica a las relaciones interprofesionales, y por extensión al necesario entendimiento que debe reinar entre el sector productor y el industrial o transformador”. Tal como se recuerda en la carta, las instituciones tienen que estar por encima de las personas que en cada momento las representan, y nadie está legitimado para usarlas en beneficio propio, “y mucho menos cuando es por despecho”.

    Los hechos se remontan al 3 de septiembre de 2008, cuando nueve representantes del sector ganadero de Castilla y León se encerraron en la sede de la FENIL, en la Calle Ayala de Madrid, como acto de protesta por los bajos precios de la leche y la negativa de las industrias a mantener negociaciones con los productores. El encierro se prolongó hasta la mañana del día siguiente, cuando los manifestantes abandonaron el edificio tras recibir una orden judicial que les obligaba a ello.  No fue el único acto reivindicativo de los ganaderos de Castilla y León ese año, pues antes habían protestado ante las instalaciones de Leche Pascual en Aranda de Duero, ante la consejería de Agricultura y Ganadería, ante la Delegación del Gobierno y ante la fábrica Lactiber y el centro Carrefour en León.

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