«Objetivos como la distribución de comida diversa y culturalmente aceptada para la comunidad, el apoyo a los pequeños propietarios, contar con recursos acuíferos sostenibles y elevar la conciencia sobre la importancia de la seguridad alimentaria no deben ser reemplazados por la búsqueda unidireccional para producir más comida», opinó el relator.
«El gran déficit en la economía alimentaria es la democracia», manifestó.
Para el relator, las prioridades deberían ser el apoyo a los pequeños productores, las inversiones en agricultura ecológica y la reducción de la pobreza.
De Schutter urgió a las ciudades a asumir un papel más activo en controlar su propia seguridad alimentaria, dado que en 2050 dos de cada tres personas vivirán en metrópolis.
«Los Gobiernos también tienen un rol muy importante en aplicar políticas coherentes con el derecho a la alimentación», abundó, aunque asumió que «no hay una sola receta» para lograrlo.
«En algunos casos, la prioridad será promover circuitos pequeños y relaciones directas productor-consumidor para apoyar a los pequeños productores y reducir la dependencia de las importaciones», mencionó.
En otros casos, «se debe hacer hincapié en reforzar las cooperativas para poder vender a grandes compradores», sugirió.
Según el relator, «los países ricos deben olvidar las políticas agrícolas basadas en la exportación y abrir espacio para que los pequeños productores de los países en desarrollo puedan vender sus productos en sus propios mercados».
De Schutter también reclamó que la tierra se use para la producción de alimentos en lugar de para pastoreo de animales y producción de biocombustibles.