EFE.- Nwanze indicó en una entrevista a Efe que la conclusión general del estudio «Agricultura Familiar en América Latina», que hoy presentó en Ciudad de México, es que el papel de esta actividad es muy importante en el desarrollo nacional.

El funcionario internacional, de nacionalidad nigeriana, subrayó que este tipo de agricultura ha sido subestimada no sólo en términos de su impacto potencial en el mejoramiento de la seguridad alimentaria, «sino también porque proporciona una oportunidad para generar trabajos».

«También crea riqueza y promueve la cohesión. Y los más exitosos agricultores familiares son los que tienen más probabilidades de quedarse en áreas rurales», expuso.

De acuerdo con Nwanze, ello subraya la necesidad de que los Gobiernos destinen inversiones al desarrollo rural de forma tal que «el aumento de productividad de los pequeños agricultores esté vinculado con inversiones en infraestructura, es decir, caminos, electricidad, escuelas, servicios sociales, clínicas».

Nwanze presentó el estudio en el marco de una visita de trabajo a México del 9 al 13 de julio para dialogar con autoridades del Gobierno sobre los avances del país en materia de desarrollo agrícola en zonas rurales.

El estudio, elaborado por el FIDA y el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, analiza la situación regional de la agricultura familiar, centrado en seis países: Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y México.

Señala que en los países en desarrollo habitan 5.500 millones de personas, y 3.000 millones de ellas viven en áreas rurales.

«De esos habitantes rurales, 2.500 millones pertenecen a hogares involucrados en la agricultura y 1.500 millones están en hogares de pequeña producción agrícola. En América Latina, los predios agrícolas de pequeña escala ocupan casi un 35 % del total del área cultivada», indica.

El documento afirma que la permanencia y participación de esta actividad son fundamentales ante el reto de alimentar a los 9.000 millones de personas que habitarán el planeta en el año 2050, «en el contexto del cambio climático y la transición demográfica, quizá los dos procesos estructurales más trascendentales que afectan al orbe».

El estudio destaca que la agricultura familiar se caracteriza por ser heterogénea, y que los agricultores en general, y en particular los familiares, obtienen una parte cada vez mayor de sus ingresos por actividades no agrícolas, incluso de las transferencias gubernamentales y las remesas.

«Es necesario que las políticas actuales y las que están por venir dirigidas a la agricultura familiar amplíen su enfoque más allá de la propiedad rural e integren el desarrollo rural y la seguridad alimentaria», sostiene.

Asimismo, recomienda que las políticas destinadas a esta actividad dejen «atrás la excesiva dependencia respecto del Gobierno, así como las soluciones y propuestas que tratan a los agricultores familiares como pobres y dependientes crónicos».

«Tal enfoque genera clientelismo y perpetúa los ciclos viciosos que hacen a los productores más dependientes de la políticas en lugar de capacitarlos», enfatizó el FIDA, una agencia de Naciones Unidas establecida formalmente en 1977 y con sede en Roma, Italia.

El FIDA apoya a las personas en comunidades rurales de países en desarrollo para que incrementen sus ingresos y con ello garanticen su seguridad alimentaria, y sus recursos financieros provienen principalmente de las aportaciones voluntarias de sus Estados miembros.

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