Los procedimientos fomentan el autocontrol de los elaboradores, "incidiendo en la calidad organoléptica y fisicoquímica de los vinos, en la trazabilidad, en el análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos, procesos de elaboración y tratamientos enológicos", así como en "etiquetaje y registro y resolución de quejas y reclamaciones".
Todo ello se hará bajo la supervisión del Órgano de Control y Certificación de la D.O. Ribeiro, integrado en el Consejo Regulador, pero con independencia para realizar sus funciones de inspección.
Ante esta apuesta, los responsables de la Denominación de Origen entienden que es el momento de aportar este valor añadido al consumidor.