"Las bebidas deportivas, energéticas y con sabor a frutas a veces parece que son buenas para nuestro organismo, pero en realidad están contribuyendo a la epidemia de obesidad tanto como lo hacen los refrescos", advirtió el comisionado de salud, Thomas Farley.

    Mientras que las ventas de refrescos han caído en los últimos años en Estados Unidos, las de bebidas no carbonatadas con azúcares han subido de forma sustancial, según la oficina del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.

    Las ventas de refrescos cayeron el año pasado el 1,2%, su octavo descenso anual consecutivo, mientras que las de bebidas como Red Bull se dispararon el 17 %, según datos de la revista especializada Beverage Digest publicados por el diario New York Post.

    Nueve de los diez barrios de la ciudad con los mayores índices de obesidad son los que registran mayores tasas de consumo de este tipo de bebidas, añadió el ayuntamiento, que recuerda que incluso su consumo moderado tiene consecuencias para la salud.

    Casi 650.000 adultos padecían diabetes Tipo 2 en Nueva York en el año 2011, frente a los 200.000 casos que se habían registrado en 2002. Además, se estima que otras 230.000 personas tienen la enfermedad sin saberlo.

La última ‘cruzada’ del alcalde


    La de las bebidas energéticas y azucaradas es la últimas de las cruzadas en las que se embarca el alcalde Bloomberg, quien también ha puesto en la diana a los refrescos gigantes, aunque es norma ha sido invalidad por un juez estatal.

    Para algunos estas guerras suponen una intromisión en su esfera privada, de ahí que hablen de su alcalde como "niñera Bloomberg" por sus pioneras y controvertidas medidas para mejorar la salud, desde la lucha contra el tabaco a la guerra a la sal o grasas saturadas.

    Desde que llegó al poder en 2002, Bloomberg ha multiplicado los impuestos sobre el tabaco, ha prohibido fumar en restaurantes, parques públicos, piscinas, playas y lugares históricos, y ha obligado a incluir las calorías de los alimentos.

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