Editorial del número 296 de LA TIERRA de la Agricultura y la Ganadería

Todas las organizaciones sociales y políticas democráticas -y los sindicatos lo fueron incluso antes que los partidos- se organizan internamente mediante congresos sucesivos en los que se acuerda la estrategia para el siguiente periodo de gestión. Así es también, lógicamente, en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, desde su primer Congreso Federal en 1987, convirtiéndose cada convocatoria, de cuatro en cuatro años, en un nuevo impulso y un mensaje -el eslogan del Congreso- que marca posición, criterio y reivindicación.

Ahora, cuando UPA celebra el 40 aniversario de la revista La Tierra, resulta obligado un repaso a las páginas más relevantes de su historia, a los hitos más importantes de la acción sindical de la organización, que transcurre en paralelo a la de la propia revista, como no puede ser de otra manera.

En este largo recorrido temporal, recogido en 295 números de la revista, hay un momento que recuperamos ahora porque nos permite simbolizar el pasado, el presente y, sobre todo el futuro. Se trata del último número de La Tierra de 2009 y el primero de 2010, en los que se informaba sobre la convocatoria del 7º Congreso Federal y sobre el desarrollo y los acuerdos alcanzados en él.

Un Congreso que fue especialmente extraordinario y que giró en torno a un eslogan tan sencillo como potente: Nuestro trabajo tiene valor. Con esta frase, UPA reivindicaba, en primer lugar, las múltiples acepciones de la palabra valor para los hombres y mujeres que trabajan en la agricultura y la ganadería: valor social, territorial, económico, laboral, cultural…

Este eslogan exigía, además, justicia y reconocimiento para el valor que tienen los productos agrícolas y ganaderos cuando llegan a los mercados, con precios justos, respeto y buenas prácticas por parte de la industria y el comercio.

Pero también, UPA quería demostrar el valor del propio trabajo sindical de la organización, al servicio del colectivo mayoritario del campo español, la agricultura y la ganadería familiar. Catorce años después de ese Congreso, la lucha continúa, todos los mensajes de ese momento siguen siendo plenamente vigentes, aunque algunos avances hemos conseguido por el camino, y ahora podemos añadir a esa suma de valores el valor propio del trabajo desarrollado por esta humilde revista, cuya cabecera se define a sí misma como el espacio en que todas y todos nos movemos, en la que hundimos nuestras botas en el barro -¡cuando llueve!-; en la que sembramos semillas y plantones, en la que crecen frutales, olivos y viñas; en la que pasea y pasta nuestro ganado; en la que crecen y corren nuestros hijos; y se alzan orgullosos y resistentes nuestros pueblos.

La tierra es el gran escenario en el que todos -o casi todos- actuamos de la mejor manera posible, por ello nos exige buen trato para seguir siendo sostenible y tener futuro.

Un futuro que compartirá en sus páginas y en todos sus formatos, con la misma ilusión que el primer número, La Tierra de la Agricultura y la Ganadería, la revista de la agricultura familiar en España.

×