José María Alcubierre Puértolas / Secretario General UAGA-COAG
La UAGA no es una organización que se haya significado por la solicitud constante al Gobierno de Aragón de más presupuesto para el sector agrario. Todo lo contrario, somos una organización que conoce las necesidades del territorio en el que vivimos. Sabemos que la situación económica de nuestra Comunidad es insuficiente para atender las necesidades y demandas de la sociedad aragonesa, por eso siempre hemos querido que los recursos se utilicen con la mayor eficacia y eficiencia posible como, por ejemplo, para fortalecer la educación pública y disponer de una sanidad de calidad, en especial en el medio rural.
Las reivindicaciones de UAGA han sido siempre consecuencia del rigor, el debate y el mayor consenso para no perjudicar a la maltrecha economía de Aragón. De hecho, cuando empezamos a exigir ayudas directas por la sequía, también presionamos a nivel estatal, a través de COAG, para que hubiera cofinanciación del Ministerio de Agricultura, y disponer así de recursos suficientes para paliar las pérdidas. De ahí que nos sorprenda la arbitrariedad de este Gobierno a la hora de enfocar las inversiones y de apoyar a las actividades económicas de la Comunidad.
Cuando el Gobierno de Aragón anunció que destinaría 7 millones de euros para paliar los daños por sequía sabíamos que se trataba de un presupuesto raquítico, por eso insistimos en que esas ayudas fueran destinadas a las explotaciones más vulnerables, a las personas cuyos ingresos dependen exclusivamente de la actividad agraria. Sin embargo, la administración decidió que, para agilizar el pago, las ayudas irían dirigidas a todas las personas que tramitan la PAC. Esto nos lleva a que, en lugar de utilizar los fondos públicos de forma quirúrgica para mitigar las pérdidas sufridas por los profesionales, el Gobierno de Aragón ha optado por incluir como beneficiarios a gente que tiene otra fuente de ingresos ajena al campo, lo que implica que haya menos dinero para los primeros.
Nos indigna que el Gobierno de Jorge Azcón no tenga presupuesto para apoyar a las explotaciones agrarias profesionales, cuando son las encargadas de producir alimentos y de vertebrar el territorio, y en cambio sí que tenga cientos de millones para destinar a la remodelación de un campo de fútbol o a los equipamientos de las pistas de esquí.
En UAGA no vamos a perder el norte y vamos a seguir trabajando con la misma filosofía. El dinero público que se destine a la agricultura y ganadería debe estar focalizado en las personas que viven exclusivamente de la actividad agraria. No podemos permitir que un agricultor profesional de la provincia de Teruel, que se ha quedado sin ingresos esta campaña porque no ha tenido cosecha de cereal, reciba de la administración como único apoyo 2.000 euros (una ayuda que solo cubre el 15% de los gastos acometidos durante las labores de siembra), mientras que otra persona de su pueblo que trabaja unas cuantas hectáreas, pero que tiene otro negocio como principal fuente de ingresos, va a percibir la misma ayuda (y en el caso de que sea menor de 40 años, recibirá el doble). Es cierto que ambos han realizado los mismos gastos, pero solo uno de ellos está al borde de la quiebra económica.
Cada año desaparecen en Aragón 200 agricultores y agricultoras, 200 puestos de trabajo que se pierden en el medio rural. Si no se hacen políticas reales donde se apoye al modelo profesional y social asentado en nuestra Comunidad, lo que siempre ha sido la agricultura familiar, dentro de 50 años nos encontraremos con un territorio baldío en las zonas más deprimidas agrícolamente y captado por los fondos de inversión internacionales en las zonas más productivas. Vamos camino de perder ese medio rural que tanto se insiste en defender, porque no lo olvidemos, la agricultura y la ganadería son las principales actividades para asentar población en los pueblos.
Si no se revierte esta sangría, las políticas que se hagan a futuro desde el Gobierno de Aragón y el Departamento de Agricultura se verán como unas políticas erróneas, unas políticas que habrán hecho desaparecer el tejido de explotaciones familiares. Trabajemos para que no haya ni uno menos ni una menos.
Se nos llena la boca hablando de la calidad de los productos aragoneses, de la productividad de nuestro sector agroalimentario, pero a la hora de defender el modelo social vemos como no se compensa adecuadamente. Las ayudas públicas no priorizan a las personas profesionales y por eso otros sectores se llevan las inversiones de una manera más fácil y con grandes aplausos por parte de la sociedad. Si la ciudadanía no se alía con el sector agrario y los dirigentes políticos no son conscientes de lo que está pasando, el futuro del medio rural quedará en entredicho. Tendremos alimentos, tendremos agricultura, pero sin agricultores ni agricultoras.
No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos que esquiadores o futbolistas.