Y lo corroboran algunos expertos consultados por Efe, como la veterinaria Angela Montalbo, que en sus casi veinte años de profesión nunca había  visto un parto gemelar. "Ni yo, ni ninguno de mis compañeros. Es algo realmente raro", señala Montalbo. 

    Y es que la gestación gemelar, es decir dos óvulos fecundados en dos bolsas distintas, es una rareza en el mundo de los caballos que tienen una cría en cada parto. Pero en caso de producirse, cosa que puede ocurrir en uno de cada cien casos según las estadísticas, más raro es todavía que llegue a término y que además las crías sobrevivan. "Lo normal en estos casos es que la madre aborte, que las crías nazcan muertas o que muera incluso la yegua", explica Jesús Pizarro. 

    Sea como fuere, el caso es que estas dos potrillas nacieron a primera hora de la mañana del domingo, hace ahotra una semana, para sorpresa de Pizarro, de su mujer y sus hijas, que ni lo esperaban, ni lo imaginaban cuando vieron dos pequeñas cabecitas junto a Galatea. "Una de ellas era pequeñita y tuvimos que darle el biberón con el calostro, pero al segundo día ya estaba mamando de la madre", relata el
ganadero. 

   La sorpresa inicial se tornó después en preocupación "porque creímos que una de ellas, la más pequeña no iba a sobrevivir". Pero ahora, alejados los miedos iniciales, Jesús y su familia están encantados con la sorpresa y muy ilusionados al comprobar cada día que pasa que sus potrillas están saliendo adelante.  "De hecho, pasadas las primeras 48 horas las posibilidades son cada vez más altas y ellas ya han cumplido una semana", agrega. 

   Además la madre tiene su historia porque, Galatea, una yegua de pura raza española, nació en la finca en la que ha parido a sus crías, a pesar de que fue vendida cuando Jesús Hervella dejó pasión y negocio, y recomprada por Jesús Pizarro hace siete años, cuando "decidimos recuperar Palomar Redondo y la sangre original de la ganadería". 

     Quizás sea por eso que esta yegua castaña, que parió sola y sin ayuda, se ha empeñado en sacar adelante a estas potrillas gemelas para que la sangre palentina siga corriendo por esta finca situada a los pies del Monte el Viejo de Palencia. El padre es un semental de Santa Cecilia del Alcor (Palencia), un alazán de pura raza. 

    Las crías, una castaña, y la otra entre baya y castaña, porque todavía es pronto para saber "la capa" que van a tener, ya maman de la madre, ya trotan y galopan un poco, y cada día están más fuertes para agarrarse a la vida.  Y como ocurre siempre en las leyes de la naturaleza, una es más fuerte que la otra, "aunque la pequeña parece más espabilada", señala Pizarro. 

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