El director del IMIDA, Adrián Martínez, destacó la importancia de estas investigaciones, “dada la relevancia del sector de cítricos en la Región, que cuenta con un total de 39.250 hectáreas cultivadas y una producción anual de 631.512 toneladas, de las que 374.109 se destinan a la exportación, principalmente a países como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Polonia”.

   En este sentido, apuntó que “la obtención de nuevas variedades es un proceso lento que requiere al menos 14 años de trabajo, dependiendo de las líneas de investigación. Pero es algo que hay que hacer. De lo contrario, otros lo harán por nosotros y entonces los agricultores de la Región tendrán que pagar para poder utilizar las nuevas variedades”.

    Según Olalla Pérez, investigadora del Equipo de Citricultura del IMIDA, en los programas de mejora genética rige la ley de la probabilidad: cuantas más acciones se realicen, más resultados se obtienen y mayor es la probabilidad de que entre todos los resultados se encuentre lo que se busca.

    Hasta ahora se ha trabajado en la selección de plantas poliploides de semilla y realización hibridaciones en campo, con lo que se obtienen plantas juveniles, las cuales requieren un periodo de al menos cinco o seis años para comenzar su evaluación. En esta línea colabora una investigadora de la Comunidad Valenciana, María José Asins, que aportará su experiencia sobre marcadores moleculares.

    Recientemente se ha iniciado una nueva línea de investigación, financiada por el Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA), que consiste en obtener variabilidad genética a través de tratamientos de mutagénesis de yemas de las distintas variedades de limonero que se quiere mejorar. Después de los tratamientos, las yemas serán injertadas en patrones y llevadas a campo, donde serán evaluadas.

    A través de mutagénesis, y financiado por la Fundación Séneca, también se está llevando a cabo un proyecto de investigación sobre mejora genética del mandarino Fontune, con el que se pretende obtener nuevos clones que sean resistentes al hongo de la Alternaria. Este hongo ocasiona la aparición de manchas de color marrón en los frutos, provocando importantes pérdidas económicas en el sector.

    El Equipo de Citricultura del IMIDA, previamente a estas investigaciones, ha desarrollado otras de gran interés como la puesta a punto de un protocolo de rescate de embriones inmaduros de limonero y la micropropagación de patrones de cítricos, lo que permite disponer de patrones enraizados en cualquier época del año.

    Según Olalla Pérez el proceso de trabajo, que se lleva a cabo en fincas experimentales del IMIDA, es muy laborioso. A lo largo de todo el año se realiza un mantenimiento de los árboles que se van a utilizar como parentales, ya que deben estar en condiciones óptimas para llevar a cabo las hibridaciones.

    En primavera se realizan los cruzamientos. Para ello se recoge el polen de la variedad que se utilizará como padre y se polinizan las flores de la variedad madre. Hay que hacer un seguimiento durante varios meses de la fructificación y se recogen los frutos en estado inmaduro. Luego se hace el rescate de embriones inmaduros. Este proceso se realiza en condiciones estériles bajo una lupa, lo que supone muchas horas de trabajo en la cabina de flujo laminar. Los embriones rescatados son cultivados in vitro hasta su desarrollo en plántulas, que serán llevadas al invernadero para su desarrollo y crecimiento, antes de su plantación en campo.

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