Y ese espíritu de conquista es el caso de Rosa Cebrián, que a sus cincuenta años y toda una vida vinculada a las tareas agrícolas se ha convertido en la primera mujer en formar parte de la junta directiva de la cooperativa de su pueblo, Jorquera (Albacete). ”A algunos les está costando”, reconoce a Efeagro entre risas, pero con su humor y la determinación de que “no cambia su pueblo por nada del mundo”, sigue al frente de su explotación de vid, de la empresa de transportes que lleva con su marido y de su casa, sin dejar a un lado su formación en diferentes aspectos. Además, es la presidenta de la Asociación de Familias y Mujeres de Ámbito Rural (Afammer) en su pueblo, una institución que ha conseguido que otras chicas de la localidad se animen a formarse.
En Sillerolo de Abajo (Burgos), Julia Quintana gestiona una máquina de selección de semillas que había tenido su padre y que, cuando se jubiló, había cerrado, lo que dejó sin este servicio a los productores del pueblo, eminentemente agrícola. Asegura Quintana que adoptó la decisión sin pensarlo, pues nunca antes había pisado el negocio cuando su padre lo tenía en marcha; 18 años después hace un balance positivo, sin olvidar las dificultades. Insiste en que a muchos productores le ha costado “mucho trabajo entender” que el negocio lo lleve en exclusiva una mujer, aunque solo sea “entender una máquina y ponerle interés”. Julia Quintana, que es socia de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), no se rinde y sigue adaptándose a los cambios; recientemente, ha renovado por completo sus máquinas para hacer el trabajo más fácil a los productores de la zona.
Mireia Vidal solo tiene 25 años y hace dos decidió volvió a sus raíces, a la huerta en la provincia de Valencia donde ha apostado por compaginar la horticultura y la fruticultura con su formación en integración social y restauración. Ahora fabrica patés vegetales y mermeladas con los productos que les sobran de la huerta, una actividad a la que han dado un giro social al idear una cooperativa en la que ya han empezado a integrar personas con enfermedades mentales, que trabajan “como un cooperativista más, participando también en la toma de decisiones”.
Vidal forma parte del área de Mujer de la organización agraria COAG, al igual que Monsterrat Ligero, una emprendedora valiente que reparte en la provincia de Sevilla las hortalizas que cultiva y recoge en su explotación en Marchena (Sevilla). En plena faena, mientras carga su furgoneta, esta ingeniera agrónomo relata a Efeagro cómo con su negocio de venta directa lleva sus alimentos a más de cien familias de su entorno, con los que ya ha creado una “relación” personal.
María del Mar Ferral (39 años), que ha sido presidenta de la Federación de Mujeres y Familias del ámbito rural (Amfar) en su provincia, ha seguido con la trayectoria familiar vinculada a la agricultura y gestiona una explotación de donde extraen aceite de oliva gourmet y siembran cereales de secano. Su idea fue no dejar el campo, pero sí hacer una agricultura “más moderna”, a través de la innovación; en su camino, se encontró en un principio la sorpresa de muchos hombres y, después, a cada vez más mujeres que llevan adelante sus empresas agrícolas y que, a veces, padecen la “supercaballerosidad” de algunos compañeros.
Eva Zomeño lleva décadas trabajando con cítricos al norte de la provincia de Málaga, pero como no conseguía una rentabilidad suficiente se decidió a hacer aceite esenciales de estos frutos y, ahora, de otras plantas. ”Ser mujer y ser del campo es muy difícil, es una traba continua”, explica Zomeño, que a sus 55 años reclama más atención real al campo desde la instituciones y que está vinculada a la Federación Nacional de la Mujer Rural (Femur).