Esta es la razón por la que ahora, en la segunda década del siglo XXI, convivan el envase de vidrio (que data del año 3.000 antes de Cristo), la hojalata (principios del siglo XIX) y los plásticos procedentes del petróleo (en torno a 1950) o de fuentes naturales.
"La sociedad actual no existiría sin los envases", apunta Catalá, quien precisa que en los últimos años "el dinero y las razones ecológicas priman antes de buscar materiales complicados".
Según sus datos, sobre lo que más se investiga es en materiales plásticos, especialmente polímeros de alta barrera, biopolímeros y nanocomposites que buscan -entre otros aspectos- evitar la permeabilidad del plástico, que permite el intercambio gaseoso.
El centro tecnológico agroalimentario Ainia celebrará en Valencia el próximo mes de abril, junto al Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), tres jornadas sobre los desafíos tecnológicos y legislativos en el envase plástico, al que asistirán industrias alimentarias y de envases, administración e investigadores.
Según uno de sus organizadores, el jefe del Departamento de Tecnologías del Envase del Ainia, Carlos Enguix, "para cada alimento se puede hacer un traje a medida" que lo envuelva.
En este foro -MeetingPack- se presentarán novedades como aleaciones de plásticos que pueden mejorar las propiedades del polietileno y que permitirán no tener que cambiar de envase para calentar, avances en las condiciones de sellado o nuevos materiales con alta barrera para procesos de esterilización.
"Hay una tendencia muy importante, la reducción de espesores en plásticos, con más capas pero más finas que da como resultado un material con las mismas prestaciones, una reducción de costes y menor impacto ambiental", resalta Enguix.
El responsable de la línea de negocio de envase y embalaje de Aimplas, Pedro Melgarejo, cree que la industria del envase plástico tiende a desarrollar materiales sostenibles con la incorporación de material reciclado, biodegradable y bioplásticos, y envases inteligentes que interaccionan con el producto.
Pero el problema es "la aplicación en los envases de las nuevas tecnologías que avisen al consumidor de si, por ejemplo, un producto está o no en buen estado con costes bajos", advierte el gerente de márketing de lácteos de Tetra Pak, José Luis Velilla.
Tetra Pak, que en España y Portugal vendió 7.716 millones de envases de cartón en 2012, cree que los tres ejes que persigue un producto eficaz pasan por la protección, la comodidad o conveniencia de que se pueda consumir en distintos momentos y lugares, y la reducción de emisiones de CO2 en su producción sin elevar costes.
Desde el sistema integrado de gestión (SIG) de residuos de envases usados Ecoembes, Antonio Barrón destaca la reducción conseguida en el peso de los envases, y pone como ejemplo que "un envase de yogur pesa la mitad que hace diez años" gracias al "ecodiseño" desarrollado.
Según Barrón, la tasa de reciclaje en España ha pasado del 5 al 70 % entre 1998 y 2012, un porcentaje que llega al 82,2 % para cartones, el 77 % para latas de metal y el 50 % para plástico.
Óscar Hernández, uno de los ponentes de las jornadas sobre materiales en contacto con los alimentos que la patronal de la industria alimentaria española (FIAB) celebró recientemente, defiende que en alimentación y en seguridad alimentaria se hable más del continente y no solo del contenido.
"En la FIAB hay empresas que utilizan la innovación para diferenciarse tanto en productos como en envases, y otros modelos de que apuestan por competir en precios", remarca.
Hernández cree que es necesaria una política y un criterio "de ámbito europeo, sin enfoques nacionalistas", sobre materiales en contacto con los alimentos.