En el Pallars Sobirà, guardas de vacas y ovejas se esparcen por toda la orografía para aprovechar los ricos pastos pirenaicos durante los meses cálidos. Pero el bienestar y libertad del ganado tienen su contrapunto para los ganaderos en forma de horas y kilómetros. En los terrenos de alta montaña, localizar los rebaños y monitorizar su estado de salud implica largos desplazamientos diarios. Ante estos jornales, las emergentes tecnologías de geolocalización se ubican como un aliado del ganadero para hacerlo más eficientemente y multiplicar la información disponible.
Un proyecto piloto coordinado por Unió de Pagesos, con la participación de la Cooperativa de Sort y la Cooperativa Pirenaica y asesorado por el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) ha aplicado con éxito collares con tecnologías de geolocalización de Digitalanimal a la ganadería extensiva de los Pirineos y ha añadido nuevas dimensiones al control en vivo del rebaño. «Además de saber en todo momento dónde están, la geolocalización nos da patrones de comportamiento del ganado», explica Antoni Dalmau, investigador del programa de Bienestar animal del IRTA.
A partir de los datos de movimiento y temperatura registrados por el dispositivo electrónico, el equipo de ganaderos y científicos ha confirmado que se pueden detectar alteraciones patológicas o fisiológicas cuando la actividad de un animal se desvía de lo habitual.
Dalmau describe un ejemplo: «El collar nos indicaba que una vaca había reducido mucho su actividad en comparación con los días anteriores y sus compañeras y, cuando fueron a buscarla, le encontraron una mastitis, una inflamación del tejido mamario». También se han seguido a distancia animales gestantes que presentaban cambios en la actividad y la temperatura, así como una posición más periférica respecto al grupo, lo que ha permitido al ganadero conocer el momento del parto y facilitar su supervisión.
En el proyecto, se ha trabajado entre 2019 y 2021 con un total de trece ganaderos que tenían vacas, yeguas y ovejas. A partir de esta experiencia con tecnologías de geolocalización, el reto es refinar la recogida de información y automatizar su procesamiento. «Para interpretar bien el comportamiento del animal, necesitamos datos constantes», reconoce Dalmau. Los investigadores aspiran a contar con aparatos con baterías más autónomas y más mensajes por día, y miran hacia otros tipos de sensores como los acelerómetros, que ayudan a distinguir si un animal pasta, camina, vigila o descansa. «La tecnología nos permite conocer mejor que nunca el ganado y avanzar en salud y seguridad», defiende Joan Guitart, coordinador territorial de las comarcas de montaña en Unió de Pagesos. La generalización del control por geolocalización, metodología aún minoritaria en el sector ganadero extensivo, pasa también por desarrollar algoritmos que traduzcan la monitorización digital del ganado en avisos para el ganadero en caso de anomalías.
PASTOS SEGUROS Y SOSTENIBLES
Los históricos de movimiento también pueden reconocer contingencias como ataques de fauna salvaje. Una mayor actividad nocturna de las ovejas o cambios en la temperatura superficial registrada por los dispositivos se ha correlacionado con la presencia de huesos, que provocan cambios en los patrones de desplazamiento de los rebaños.
Con una adecuada triangulación de los datos se podrían crear sistemas de alarma para avisar a ganaderos y perros o activar sistemas de disuasión de depredadores. Los registros de geolocalización también podrían servir puntualmente como prueba pericial en caso de muerte de algún res.
Además, los collares pueden utilizarse para la gestión territorial. Con los datos de los recorridos del rebaño se obtienen mapas de calor sobre la intensidad del pasto, que realzan las áreas preferidas por el rebaño. Cruzándolos con otras capas de información geográfica, como la distribución hídrica y vegetal, se puede evaluar la posible sobrecarga en ciertas zonas o replantear la gestión de los puntos de agua. Esta información permitiría al ganadero reorientar a los animales hacia las zonas que le interesen, reequilibrando el uso de recursos y las dietas de los animales.
VIABILIDAD ECONÓMICA Y TECNOLÓGICA
El análisis de costes y beneficios del proyecto piloto destaca la optimización del tiempo de ganaderos, con desplazamientos menos frecuentes y más directos. Sin embargo, concluye que los precios actuales de los dispositivos y su mantenimiento todavía no conllevan un ahorro económico para los productores.
Por otra parte, en el caso del Alt Pirineu, la falta de cobertura se ha demostrado como el principal escollo para la implantación de la tecnología. «El animal desaparece en zonas oscuras y los repetidores o antenas fallan», lamenta Joan Guitart. Sin embargo, se ha logrado sacar adelante las pruebas gracias a la instalación de nueve antenas, que funcionaron correctamente.
«Si es viable en una zona extrema como el Pallars, sabemos que en el resto de Catalunya funcionaría», recalca Guitart, que valora positivamente la consecución de los dos objetivos del proyecto: hacer la vida más fácil a los ganaderos y mejorar la gestión del ganado y los pastos.