Miles de viticultores franceses se manifestaron este sábado en Béziers para denunciar una situación del sector que consideran «insoportable» por una sucesión de crisis, para reclamar ayudas y, lo que es más preocupante para España, equiparar las reglas que les rigen a las de otros países europeos.
La FDSEA, el gran sindicato agrícola francés y uno de los principales organizadores de la protesta, estimó en 7.000 los participantes en esta marcha (la prefectura los cifró en 4.000) en la ciudad que es uno de los grandes centros del negocio del vino en la región de Occitania, en el sur.
La marcha se desarrolló sin incidentes por el centro de Béziers encuadrada por un fuerte dispositivo de seguridad para el que se habían movilizado 700 agentes.
Decenas de cargos electos de la región participaron en el desfile, como el alcalde de Béziers, Robert Menard, que fue uno de los que iba con la pancarta que abría la marcha, en la que se podía leer «Pas de pays san paysans» (no hay país sin campesinos).
Durante el recorrido se pudieron ver banderolas de Jóvenes Agricultores (JJAA)) de la Coordinación Rural (CR) y de la FDSEA, cuyo secretario general para el departamento de Hérault, Jean-Pascal Pelagatti, destacó a Efe que a la sucesión de malas cosechas en los últimos años, por el calor extremo y la sequía, se han venido a sumar otros elementos que han agravado la crisis.
Pelagatti se refirió a unos precios del vino que tienen a la baja, al aumento de los gastos de explotación superior al 25% y a una acumulación de normas impuestas por el Gobierno francés, en referencia al uso de productos fitosanitarios, que son superiores a las que tienen los viticultores en otros países europeos.
«Toso eso se hace insoportable», subrayó el sindicalista, que indicó que entre sus principales demandas está obtener «un precio del vino correcto», más libertad para producir, ayudas en forma de préstamos o exenciones de cotizaciones y un fondo para el arranque de viñas.
(Fotos: Archivo)
