Cristóbal Cantos Ruiz / Secretario General de Asaja-Andalucía
La constante búsqueda del reverdecimiento de la PAC por el mero hecho de reverdecerla tiene un precio porque cualquier cambio brusco en la naturaleza supone la rotura de un eslabón que incide en otra parte de la cadena y ocasiona desequilibrio. Esta vez quienes están pagando la factura del reverdecimiento por el reverdecimiento -que está bien, cuidado, pero desde sus justa medida y planteado y estudiado agronómicamente y no por lo bien que quedan las líneas impresas en el papel o las fotos en un catálogo- son agricultores andaluces que han sembrado trigo y se las están viendo y deseando con los estragos de un mosquito puñetero que está cayendo sobre sus producciones como la tercera plaga a los egipcios.
Como en todo cambio de la historia hay que analizar los antecedentes, en este caso los antecedentes se encuentran de un lado en los cambios de prácticas agronómicas que propone una PAC más verde suprimiendo labores ancestrales como la quema de rastrojo o cambiando de fecha otra práctica tradicional como el volteo de tierras y de otro lado, los daños colaterales de la reforma que han propiciado la disminución de las hectáreas de cultivo barbechero que también ayudaban a tener a raya al mosquito.
Tanto lo uno como lo otro, ha creado el caldo de cultivo perfecto para que de los últimos tiempos a esta parte el mosquito mayetiola destructor, que vaya apellido tan bien escogido, haya pasado de un incordio soportable a una plaga con una reducción del rendimiento por hectárea en Andalucía espectacular. Y lo que ha ocurrido en estos dos años es que se ha roto el equilibrio; hasta entonces los agricultores seguían la rutina de cosechar, quemar rastrojos y voltear las tierras, con lo que conseguían limpiar la zona a través del fuego y aquellos huéspedes que hubieran sobrevivido eran sepultados por la tierra a través del volteo. En definitiva dos prácticas que se fundían al mosquito y lo tenían controlado. Pero… llegó el verderismo y prohibió la quema de rastrojos y el volteo se atrasó a septiembre y claro, el mayetiola destructor se ha hecho fuerte.
En vista de lo poseído que se estaba poniendo el bicho, el año pasado se autorizó en Andalucía el volteo desde mayo en parcelas con pendiente menor al 15% y se trató, hace ya un mes, en la mesa sectorial de la Junta de Andalucía permitir la quema de rastrojos como medida fitosanitaria para atajar la plaga, se determinaron los polígonos afectados y un mes después aún no se ha publicado la Orden.
Todavía hay quien piensa que el campo es un sector estático y que espera el tiempo que haga falta. Todavía hay quien no se ha enterado que el ciclo de vida es imparable y que lo que hay que hacer hoy, mañana o no sirve o es un apaño.
Todavía hay quien piensa desde sus despachos que los cambios radicales son inocuos y no passsssa nada. Pues sí, pasa y hay que poner remedio ya en el caso del mosquito, y en el caso de la redacción de las políticas hay que pegarse una sentada y elaborar estudios de impacto para que no nos veamos en otras como ésta por no medir las consecuencias de romper radicalmente con lo establecido. A veces, es peor el remedio que la enfermedad y lo que es seguro es que para hacer política agraria, nada mejor que pisar los terrones.