EFE.- Situado en la región centro-oeste del país, Mato Grosso ocupa un área de 903.357 kilómetros cuadrados, la mayor parte de ellos de tierras planas y fértiles en las que se producen 30 millones de toneladas de granos por cosecha y pastan 28 millones de bovinos.
Al igual que otros estados brasileños, ha hecho de la soja su principal cultivo, seguido por el maíz, el algodón, el fríjol y otros alimentos, en un área plantada que pasó de 1,9 millones de hectáreas en 1990 a 8,4 millones en 2010.
"Tenemos un potencial muy grande para abastecer el mercado interno e internacional mediante la optimización de cultivos", dijo a Efe en Cuiabá, la capital regional, el director ejecutivo de la Federación de Agricultura y Pecuaria del Estado de Mato Grosso (Famato), Seneri Kernbeis Paludo.
La optimización consiste en aprovechar los avances tecnológicos para producir más en menos área y evitar al máximo la destrucción de zonas cubiertas por vegetación nativa, algo de suma importancia en una región en la que confluyen tres biomas: la sabana, en la que está la mayor parte de Mato Grosso, el Pantanal y la Amazonía.
Según la Famato, Mato Grosso tiene 25 millones de hectáreas de pastos, de los cuales nueve millones podrían usarse en la agricultura, lo que permitiría ampliar la producción, y a las que se podrían incorporar áreas de vegetación nativa pertenecientes a haciendas que han preservado más del mínimo que ordena la ley.
Para aumentar la producción, los hacendados han puesto en práctica la integración agropecuaria, que consiste en sembrar en el mismo terreno y en un mismo periodo distintos granos o pasto para el ganado, de manera que cuando terminan las cosechas, las reses, que pasan parte del año confinadas, engordan en los campos que primero fueron dedicados a la soja o el maíz.
"Rotamos los cultivos de soja y maíz en un mismo periodo y recogemos una cosecha de maíz cien días después de plantar, eso no existe en ninguna otra parte del mundo", explicó Geraldo Falavinha, propietario de una hacienda en el municipio de Diamantino, en la región central del estado.
La integración de cultivos es aplicada por centenares de productores rurales y, según el superintendente del Instituto Mato-Grossense de Economía Agropecuaria, Otávio Celidonio, ese aumento de eficiencia permitirá "consolidar la producción sustentable".
Sin embargo, los productores reclaman de las deficiencias logísticas y de infraestructuras que dificultan la salida de sus productos para el exterior y encarecen los precios.
"En pocos años nuestro límite de producción será la logística", advirtió el gestor del Núcleo Técnico y Proyectos de la Famato, Eduardo Godoi, al explicar que, por su ubicación geográfica, en el centro de Suramérica, Mato Grosso está lejos de los puertos y del mercado consumidor.
Según Godoi, para mantener el crecimiento agropecuario es fundamental que el Gobierno haga "inversiones pesadas en logística", para lo cual apunta cuatro proyectos.
El primero es terminar la carretera BR-163, que une a Cuiabá con el puerto fluvial de Santarém, sobre el Amazonas, desde donde los granos y el ganado de Mato Grosso podrían seguir en barco por el Atlántico.
Otro proyecto es la conclusión de la BR-158, en el trecho entre Nova Xavantina y Marabá, desde donde la producción seguiría en barcazas por el río Xingú hasta el puerto de Belén y desde allí en barco para Europa y Asia.
Una tercera obra es la Ferrovía Leste-Oeste, que cruzaría todo Mato Grosso y llegaría a Uruaçú, en el vecino estado de Goiás, donde se conectaría con otras redes ferroviarias.
El más importante y también el más costoso de los proyectos es la hidrovía Teles Pires-Tapajós, que daría salida a la producción por Santarém y reduciría notablemente el coste del transporte.
"Con la hidrovía, el coste de transporte de una tonelada de granos bajaría de los 90 dólares actuales a unos 27 dólares", apuntó Godoi, para quien ese proyecto también permitiría reducir "en 90 por ciento las emisiones de dióxido de carbono".