José Luis Marcos / Presidente de ASAJA-Palencia
Gracias a que el partido del honorable prófugo se nos cobra muy cara cada pieza que pesca en el río revuelto del Gobierno de España, no salió adelante en septiembre en el Congreso de los Diputados la rebaja a treinta y siete horas y media (de manera obligatoria, en todos los sectores y en todo el país) de la jornada laboral máxima a la semana.
El Ejecutivo y la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, basándose en la memoria que acompañaba la medida legal, consideran que existen hoy en nuestro país tres sectores económicos con margen más que suficiente para asumir esa reducción de jornada. Entre esos tres, figura nuestro sector agroganadero, junto con la hostelería y el comercio.
ARAÑAR VOTOS
Como en tantas otras decisiones políticas que vemos actualmente en las administraciones públicas, se busca arañar votos. Y esto de la jornada laboral no es una excepción, máxime viendo esos tres sectores a los que mira el Ejecutivo; y que en otros ámbitos ese máximo de jornada semanal lleva tiempo establecido… y disfrutado.
La memoria del proyecto de ley se apoya en datos del Observatorio de Márgenes y del Impuesto de Sociedades, y se remonta a los aumentos desde 2009, para argumentar que esos tres sectores, incluido el agroganadero, han registrado una subida notable de sus beneficios para poder asumir la medida.
Pero este organismo observador del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, el Banco de España y la Agencia Tributaria, analiza ahí el beneficio empresarial basándose en los datos del Impuesto de Sociedades y del IVA. Es decir, considera los aumentos de margen en las empresas que, por volumen y configuración, liquidan ambos tributos, lo que no es común entre nuestros agricultores y ganaderos. Y menos en esta provincia, con explotaciones de tipo familiar.
MISMO SACO
Pero la medida nos afectaría a todos: igual al ganadero y al agricultor con uno o dos asalariados que a una gran firma recolectora y exportadora de fruta y hortaliza, o que a una cadena con varios establecimientos de comercio y hostelería. Meter en el mismo saco a todos es una trampa… y el Gobierno lo sabe, porque usa unos pocos datos oficiales y a su conveniencia.
Como la señora vicepresidenta no ha pisado un rastrojo en su vida, renunciamos a explicarle cuánto distan de lo que ella estima el margen que, por ejemplo, le quedará al agricultor cerealista esta campaña (aun excepcional en rendimiento), o al ganadero en su venta de leche.
Doña Yolanda entenderá mejor que ese margen queda lejos de los más de cien mil euros brutos anuales que ella cobra como cargo público. Por cierto, catorce mil en dietas por asistir al Congreso como diputada, donde al parecer se quita el traje de ministra y se queda sólo en diputada. Ahí sí que hay margen, ¿no? Tendremos que ensayar a ver si ganamos algo más poniéndonos y quitándonos el buzo de faena según trabajemos en el campo, la nave, el tractor… Para hacer todo el papeleo ya nos lo quitamos y, desde luego, eso no aumenta nuestros… márgenes: a menudo nos los reduce.
