El escritor y exministro Manuel Pimentel ha alertado que «los precios de los alimentos seguirán subiendo, lo que incrementará la preocupación de la población a corto plazo, mientras los agricultores seguirán resistiendo», por lo que ha asegurado que «la gente tendrá que elegir entre la fruta o Netflix».

Pimentel, ingeniero agrónomo, que fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales con José María Aznar, ha participado este viernes en un desayuno de trabajo en Pamplona, donde ha puesto el foco en el sector primario y la alimentación.

En su intervención ha explicado que “Europa es un continente urbano y esa sociedad urbana tiene una mirada particular, en una época en la que lo importante es el relato”, ya que “en el pasado, los agricultores gozaban de un prestigio social que, con el tiempo, han ido perdiendo”.

CAMBIO DE CICLO

“Estamos en un cambio de ciclo importantísimo en dinámicas geopolíticas, económicas y sociales”, ha apuntado, un ciclo que “comenzó en 1989, con la caída del muro de Berlín y el inicio de la globalización, encabezada por Occidente como gran factor político, económico e ideológico”.

En ese contexto, “la globalización implicó la simplificación del comercio internacional y la eliminación de aranceles, lo que condujo a una apertura total que comenzó con gran éxito. Cualquier comprador disponía de muchos más lugares donde comprar, lo que generaba competencia por la eficiencia”.

“La globalización y la concentración de las cadenas de distribución permitieron que la alimentación se volviera cada vez más barata, y, para el año 2000, con la entrada en el euro, los precios bajos en alimentos se consolidaron, lo que disminuyó la preocupación de la población por la alimentación y relegó la agricultura a un segundo plano”, ha detallado.

Así, “la Unión Europea implementó la PAC para contrarrestar la bajada de precios, percibida como pagos a los agricultores por no producir”, mientras “surgió una preocupación urbana por el medioambiente y el bienestar animal”.

En este contexto, “los agricultores comenzaron a ser vistos como enemigos del medioambiente y maltratadores de animales”, y, además, “en cada país europeo, las leyes sobre agricultura, pesca y alimentación han restringido, limitado y encarecido la producción”.

“El epílogo del ciclo que estamos viviendo fue la última PAC, cuyo espíritu era que el campo de los europeos fuese para pasear, con paz y armonía, mientras otros producirían los alimentos”, ha denunciado.

FIN DE LA GLOBALIZACIÓN

Pimentel ha situado el fin de la globalización en la victoria en las elecciones estadounidenses de 2018 de Donald Trump, que “comenzó a imponer aranceles”: “Decidieron cambiar las reglas del juego que ellos mismos habían creado y expandido por el mundo”.

Por eso, “la globalización, tal como la conocíamos, ha muerto”, y aunque “la globalización funcionaba y el consumidor se beneficiaba de ella, al modificar un solo engranaje de un sistema tan amplio y complejo, este se rompe”.

En este contexto, “si la globalización significaba precios más bajos, la desglobalización implica lo contrario”, a la vez que “estamos entrando en un mundo en conflicto. ¿Prevalecerán el sentido común y la solidaridad, o la desconfianza recíproca? Si no hay transparencia y seguridad, los precios subirán”, ha sostenido.

Asimismo, “la natalidad está cayendo y no alcanzaremos la población mundial tan numerosa que esperábamos, aunque hasta 2050 seguiremos creciendo, lo que aumentará la demanda de alimentos en un contexto de disminución de tierras fértiles. Cada año se pierde tierra cultivable en el mundo”.

LOS AGRICULTORES, PARTE DE LA SOLUCIÓN

“Los agricultores están pasando por dificultades, con una pérdida total de renta, un gran desprestigio social y siendo señalados como contaminantes y maltratadores de animales”, ha protestado, a pesar de que “son parte de la solución, no del problema”.

“La ciudadanía tiene derecho a una alimentación sana, sostenible y a un precio razonable”, ha reivindicado, a la vez que ha vaticinado que “la alimentación volverá a ser una prioridad”.

En ese sentido, “habrá técnicos, ingenieros y biólogos, cubriendo esa parte atractiva del sector, pero los operarios de primera línea, los trabajadores, desaparecerán”, por lo que “el campo debe mecanizarse tanto como sea posible”.

Asimismo, “se debe desarrollar una Estrategia Europea de la Alimentación, buscando consensos”.

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