El IMIDRA mantiene y explota estos rebaños en la finca La Chimenea, en Aranjuez. La explotación ganadera se realiza de forma tradicional, en régimen semi-extensivo (pastoreo y complemento en pesebre), haciendo especial hincapié en el seguimiento y mantenimiento del estatus sanitario. Para ello, se aplican tratamientos preventivos, se realizan cruzamientos dirigidos a la diversificación genética con el fin de evitar la consanguinidad y se hace una selección morfológica de los reproductores que sirve para eliminar caracteres no deseables de la raza, en ocasiones heredables, según señala Ignacio Serrano en www.abc.es.
"Desde la Comunidad de Madrid trabajamos para mejorar la rentabilidad de las explotaciones y crear empleo en el medio rural. Es muy importante que seamos capaces de conservar nuestras razas autóctonas porque nos dan un plus diferencial, que es la calidad. Y eso, en un mercado tan competitivo, distingue a los Alimentos de Madrid y les convierte en motor de generación de empleo y de riqueza", explica Cristina Álvarez, directora gerente del IMIDRA.
El sistema de crianza puramente tradicional y las características propias de las razas Colmenareña y Rubia de El Molar dan como resultado una carne muy tierna, de primera calidad, con una ligera cobertura de grasa que le confiere un sabor exquisito. La comercialización se realiza casi exclusivamente en su zona de producción, tanto en tiendas como en restaurantes.
La cercanía da confianza
El Día de Mercado de la Cámara Agraria, en el que colabora la Comunidad de Madrid, reúne el primer sábado de cada mes a los productores de la región, que entablan contacto directo con los consumidores.
Exito de la comercialización de ciclo corto
Prueba del éxito de este modelo de comercialización de ciclo corto es también la iniciativa desarrollada por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio bajo el nombre Mercado Itinerante de Alimentos de Madrid «Madrid Sabe». Esta iniciativa de promoción alimentaria se ha venido celebrando los fines de semana en 26 municipios de la región.
"La cercanía entre productor y consumidor genera confianza, pone en valor los productos de nuestra región, los más próximos a nosotros, y además favorece a ambas partes, porque se reparten a partes iguales la parte del precio que de otra forma iría para el intermediario. Es decir, el productor gana algo más y el consumidor paga algo menos", afirma Cristina Álvarez.
Junto a la selección genética para la mejora de estas razas autóctonas madrileñas, el IMIDRA tiene además un banco de germoplasma, consistente en embriones y dosis seminales de distintos productores de ambas razas para preservar el patrimonio genético.