Uno de los pilares de la reforma planteada es limitar la aportación de los biocombustibles tradicionales a los objetivos medioambientales de la UE para 2020, año en el que los Veintiocho se han comprometido a que un 10% de la energía utilizada en el sector del transporte provenga de fuentes limpias, sin importar su origen.

    La Comisión Europea planteó que los biocombustibles provenientes de cultivos como el maíz, el trigo, la remolacha o la colza -que pueden interferir en la producción de alimentos- supusieran como máximo un 5% de la energía renovable usada en el transporte en 2020.

    El 5% restante debería ser cubierto con biocarburantes de última generación, fabricados a partir de residuos y otras fuentes alternativas como la paja, que emiten menos gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles, u otras fuentes limpias como el hidrógeno o la electricidad.

No se aceptó ni la propuesta de consenso presentada por Lituania


    Ante las reticencias mostradas por los países, la presidencia lituana presentó un texto de compromiso en el que se reducía la ambición de la reforma de la Comisión Europea y elevaba la cuota para biocombustibles tradicionales hasta el 7%, un límite aceptado por países como Alemania y Portugal.

    Además, Lituania proponía no incluir ningún mínimo obligatorio para los biocombustibles de nueva generación, de manera que la apuesta por los mismos será voluntaria.

    Sin embargo, socios como Italia, el Reino Unido o Dinamarca criticaron la falta de ambición de la iniciativa lituana y se mostraron contrarios a elevar el límite reservado para los biocombustibles tradicionales, a la vez que pidieron mantener una cuota mínima reservada a los biocombustibles de segunda generación.

    La propuesta lituana también debilitaba el sistema de contabilidad de las emisiones de dióxido de carbono que crea el uso de biocombustibles procedente de cultivos por la utilización indirecta de la tierra, es decir, debido por ejemplo a la tala de una masa forestal para dedicarla a la producción de estos cultivos.

    Países como Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca rechazaron el texto de compromiso por distintas razones, mientras que Francia, República Checa o el Reino Unido se mostraron dispuestos a aceptarlo, así como Alemania y Rumanía, en el caso de que se introdujeran algunos cambios.

España no se posiciona con claridad con ninguna de las posturas


    Por su parte, el representante español recalcó los esfuerzos hechos para tratar de cerrar el dossier, pero no expresó ni su apoyo ni su respaldo a la propuesta lituana, aunque fuentes comunitarias consultadas recientemente por Efe indicaron que en principio Madrid estaba dispuesta a aceptar el consenso lituano.

     El comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, señaló que se "seguirá trabajando hacia una solución sustancial y apropiada", pero instó a los países a lograr un acuerdo, ya que consideró que es necesario cambiar la legislación comunitaria "cuanto antes para reflejar los intereses del mercado y los objetivos de sostenibilidad".

(Foto: actualidad.rt.com)

×