Tanto va el cántaro a la fuente que ya está a punto de romperse. La presión de los viticultores franceses contra los vinos españoles, que se centra en protestas, un día sí y al otro también, en los supermercados galos empiezan a dar sus frutos y ya hay empresas de distribución que anuncian que va a controlar qué vinos se venden en sus establecimientos y «retirar» aquellos españoles que, como denuncian los agricultores, pueden llevar «al engaño» a los consumidores.
Esta polémica viene de lejos. Los viticultores franceses llevan tiempo denunciando lo que consideran una «competencia desleal» de los vinos españoles, que se transformó en ataques contra los camiones cisterna españoles o contra las bodegas que compraban el vino de España. Pese a la apatía de las autoridades de ese país, la presión del sector, del Gobierno español y de la propia CE ha ido provocando que estos ataques se moderen, para dar paso a un asalto en toda regla contra los establecimientos que venden vino español, retirando de sus estantes las botellas que estos viticultores consideran que tienen un etiquetado engañoso, «ya que se venden como francés pero tiene vino español», como denuncia Bruno Bouche, Presidente de los jóvenes agricultores en Vaucluse.
Este fin de semana las protestas se han mantenido en la zona productora de Vaucluse, con protestas en varios establecimientos de conocidas firmas de distribución como Carrefour, Leader Price, Géant Casino o Lidl, donde tuvo que llegar a intervenir la Policía. Aunque en general no son asaltos violentos, el prejuicio que provocan empieza a calar en los propios supermercados, hasta el punto de que algunos comerciantes incluso se han comprometido a no poner la venta «vinos extranjeros mal etiquetados» tras las acciones de protesta.
Los agricultores galos se quejan de que las etiquetas no reflejan que el vino sea francés y que sólo se hace alguna referencia vaga a su origen. Lo mismo prácticamente que sucede aquí con la leche francesa, salvo que aquí nadie protesta.