El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, subraya que “esta mejor calidad se está traduciendo en mejores precios porque hay un creciente interés por parte de las industrias alimentarias, las cuales emplean el ‘garrofí’ como un espesante de grandes propiedades naturales para la elaboración de papillas, helados y otros productos farmacéuticos y cosméticos”.     

      Ante esta incidencia insostenible de los robos, la organización agraria reclama a las fuerzas de seguridad un mayor control especialmente en los puntos de venta que hay repartidos por la Hoya de Buñol, La Ribera Alta y Camp de Turia. “Muchos de estos almacenes no tienen licencia de apertura ni demuestran la trazabilidad del producto –advierte Aguado– y se mueven dentro de la economía sumergida, siendo colaboradores directos del hurto.”

     Asimismo, una vez localizados los puntos de recepción de mercancía robada, AVA-ASAJA también solicita más agilidad en el proceso judicial para evitar que se dilate en el tiempo el cierre de estos operadores. Y es que, según el dirigente agrario, “si no hubiera almacenes clandestinos, rápidamente desaparecerían los robos de algarrobas en el campo valenciano”.

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