EFE.- La investigación, en la que han participado científicos del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña y de la Universidad de Lleida, refuta así las actuales teorías fisiológicas y bioquímicas que sostienen que, al menos a medio plazo, las comunidades microbianas del suelo son capaces de reducir significativamente, o incluso frenar, las emisiones de CO2 a la atmósfera.
El trabajo que publica Nature afirma todo lo contrario: lejos de reducir las emisiones de este gas de efecto invernadero, cuanto más aumentan las temperaturas, mayor es la acción de los microbios del suelo y más CO2 sale a la atmósfera, ha explicado a Efe la coordinadora del equipo español que ha participado en el estudio, Teresa Sebastià.
El carbono del suelo (o carbono edáfico) no es más que el carbono orgánico que se origina a partir de los restos de los seres vivos que mueren y se descomponen. Una parte de ese carbono se emite a la atmósfera en forma de CO2 y otra parte se acumula en el suelo.
«Si lo que se acumula se queda en el suelo no contribuye al efecto invernadero pero si se emite aumenta este efecto y el calentamiento global», explica la investigadora.
Los resultados del estudio, por tanto, «sugieren que el calentamiento global incrementará la actividad microbiana en proporción mayor a la esperada, lo que podría tener implicaciones para las tasas futuras de cambio climático», advierte Kristiina Karhu, primera autora del estudio y doctora de la Universidad de Helsinki.
«Puesto que los suelos acumulan dos veces más carbono del que hay en la atmósfera, los cambios en las tasas de descomposición y de emisión de dióxido de carbono podrían ser muy importantes» para las futuras mediciones del calentamiento global, apunta Karhu en una nota de la Sociedad Estadounidense para el Avance de la Ciencia.
Asimismo, durante el estudio, los investigadores analizaron suelos de gran parte del planeta, desde el Ártico hasta la selva amazónica, y vieron además que la acción de las poblaciones microbianas no es igual en todas partes.
Los suelos agrícolas fueron los únicos suelos en los que las comunidades microbianas redujeron los efectos de un cambio en temperatura sobre las tasas de emisiones, «aunque estos suelos generalmente acumulan poco carbono», puntualiza Sebastià.
Por el contrario, los mayores efectos de estimulación de la actividad microbiana se observaron en los suelos con más cantidad de carbono, los de los ecosistemas boreales y árticos, que son además «las regiones del mundo que se están calentando más rápidamente», asegura la investigadora.
«Aplicado a nuestro país, esto sugiere que las comunidades microbianas de suelos mediterráneos responden menos al calentamiento pero los suelos de las zonas más frías y de montaña, preferentemente los no cultivados y aquellos capaces de acumular cantidades significativas de carbono orgánico, serían más vulnerables de lo que se pensaba», concluye.