Desde la FEHR se han planteado alegaciones al Ministerio, como el "temor ante que los nuevos formatos supongan un incrementos de los precios del aceite de oliva", al tiempo que afirman que "no se toman en consideración los aspectos medioambientales".

    En este último aspecto, la medida producirá un incremento del volumen de envases, plásticos y vidrios, "que no tiene justificación práctica y de gran impacto medioambiental".

    En su opinión, no se ha realizado un estudio de las nuevas necesidades logísticas, de ubicación del producto y de espacio que harán que el aceite pueda desaparecer de muchas ubicaciones y ser sustituido por condimentos y aliños diferentes, más cómodos, sencillos, económicos y no sujetos a normativas tan estrictas como la que se pretende imponer al aceite de oliva.

Creen que habrá mayores precios y un aumento del derroche de aceite


    Tampoco se ha valorado el impacto de desplazamiento de la demanda que producirá una multiplicación de entre cinco y siete veces el precio del producto, ha puntualizado la FEHR.

    De igual forma, no se tiene en cuenta -añade- el desperdicio alimentario que producirán unos envases, por ejemplo de 20 cl, "que en casi ningún caso se agotan en el uso monodosis y que sin embargo se convierte en residuo y por tanto derroche alimentario".

    A juicio de los hosteleros, se produce incluso "un perjuicio de pérdida de personalización de los establecimientos", que no podrán utilizar sus propios dispensadores. "Además se rechaza de plano la asociación de aceitera rellenable con la de envase de poca calidad o producto de mala calidad", matiza.

    Que el producto no tenga etiqueta cuando está en la mesa del restaurante o la barra del bar "no es una pérdida de información al consumidor", ya que "se dispone de cartas, paneles y lo que es más importante el conocimiento y atención de nuestro personal de sala y barra".

    "Los establecimientos de hostelería no son supermercados por ello no tener la etiqueta no es sinónimo de desinformación", concluye.

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