Del Campo añade que “los árboles muertos, ya sea directamente por la sequía o por la plaga, ya no portan el insecto, puesto que éste ha salido del tronco y su corta no incide en el control de la plaga ni incide en agravar su evolución; pueden considerarse otros motivos para su corta como los paisajísticos, de seguridad o cualquier otro que estime su propietario y transportarlo a donde considere oportuno”.
Según los investigadores, aunque las acciones puestas en marcha por la administración pública valenciana entran dentro del sentido común y del criterio lógico que cabe esperar de un gestor del territorio forestal, “lo cierto es que su utilidad es muy dudosa si las condiciones climáticas no cambian, cosa que parece poco probable. Hemos de tener en cuenta que la precipitación del 2013-2014 en muchas zonas de la CV es la propia del Cabo de Gata (área más seca de Europa), donde obviamente los bosques no pueden existir y aparecen formaciones fruticosas mucho menos exigentes en agua y más estables con el clima”.
Además, apuntan como imprescindible la concienciación social de que el cambio climático está conviviendo con la sociedad, que ha venido para quedarse y que no sólo trae cambios del paisaje, sino que también los traerá en otros aspectos de su socioeconomía y su cultura.
La extrema sequía ha ayudado a la proliferación de la plaga
La aparición y rápida proliferación de la plaga del Tomicus se explica por la extrema sequía que está afectando a la Comunitat Valenciana, que ha tenido como consecuencia directa un deterioro en el estado fitosanitario de la vegetación, lo que ha supuesto la muerte de numerosos pies de pino carrasco (Pinus halepensis) y pino rodeno (Pinus pinaster), pero especialmente del primero por ser mucho más abundante. Se trata de una mortandad excepcional, motivada por los bajísimos registros de lluvia de los que no se tiene constancia anterior.
Gran parte del territorio había recibido, cuando comenzó el problema, menos de la tercera parte de la lluvia de lo que corresponde a un año medio y durante el último año hidrológico apenas llegó al 40 % de la media. Aunque algo ha mejorado el último semestre, el déficit acumulado agrava aún más la situación.
Lejos de ser un episodio anecdótico y aislado de sequía, los deficientes registros indicados se unen a una serie con elevada irregularidad y déficit de lluvias (recuérdese por ejemplo el año 2012 y especialmente su primavera a la que siguió el catastrófico verano con más de 50.000 ha calcinadas sólo en la provincia de Valencia). Si bien las masas forestales mediterráneas pueden resistir una elevada intensidad de estrés hídrico, también hay que tener en cuenta que la frecuencia y magnitud del mismo acaba debilitando y finalmente matando muchos árboles.
Está claro pues que la debilidad del arbolado generada por la sequía, favorece la aparición de agentes dañinos de los denominados de debilidad. En el caso de los pinares han proliferado los insectos perforadores, la mayoría de los cuales pertenecen a la familia de los escolítidos: se trata de insectos autóctonos presentes en todos los pinares, que precisan de cierta debilidad del arbolado para generar daños, excepto cuando la población del insecto es muy grande, pudiendo afectar entonces a árboles completamente sanos.
Zonas afectadas en la Comunitat
En diversas zonas, especialmente en las más áridas de la Comunitat, se detectan grandes daños sin detectar otro agente causante que no sea la falta de agua. Estas áreas están principalmente en el centro-sur de la provincia de Alicante y la zona prelitoral comprendida entre el norte de Valencia y centro-sur de Castellón.
La extensión es amplia, si bien las afecciones normalmente no afectan extensas áreas sino que se concentran en focos más o menos localizados. En el caso del sur de Alicante, las extensiones son más amplias afectado a sierras enteras como el caso de Orihuela.
El control de estas plagas no es fácil, puesto que la vida de estos insectos se desarrolla mayoritariamente bajo la corteza donde se encuentran protegidos y no son accesibles mediante producto fitosanitario alguno. Además, la probabilidad de que un árbol sea afectado resulta de una interacción compleja entre su genotipo y las condiciones ambientales que le rodean, lo que hace muy complicado prever qué árboles serán afectados.