Mientras que el Parlamento Europeo no quiere que supere los 20 miligramos por recarga, la mayoría de Estados se muestran más laxos y consideran que ya han cedido lo suficiente no considerándolos como productos medicinales de venta en farmacias.
Los eurodiputados han denunciado en los últimos dos años el lobby ejercido sobre ellos por las compañías de cigarrillos electrónicos para evitar que se ponga fin a la desregulación que hasta ahora existía para estos productos.
Las instituciones siguen manteniendo el acuerdo en el resto de elementos esenciales en torno a la directiva del tabaco como la prohibición del tabaco de sabores y aromas con los que las tabacaleras intentan atraer a los más jóvenes.
Otro punto destacable de la futura normativa, que pondrá al día la última directiva, de 2001, es la ampliación física de las advertencias sanitarias para que ocupen el 65% de la cajetilla.